La victoria presidencial de Javier Milei en Argentina podría ser un punto de inflexión en las relaciones del país con China. Al principio, Milei se mostró crítico con China y escéptico con respecto a los bloques comerciales internacionales. Sin embargo, después de su elección, adoptó una postura más pragmática dados los vínculos económicos de Argentina con China.
No obstante, sigue siendo fundamental que el gobierno de Milei reevalúe activamente el acuerdo de estación espacial de 2014 con Beijing y considere su rescisión para garantizar que prevalezcan los intereses nacionales.
El giro geopolítico del Atlántico al Pacífico ha brindado a China la oportunidad de expandir su influencia en el Cono Sur y desafiar el dominio estadounidense en el hemisferio occidental. China se ha convertido en un importante socio estratégico para Brasil y un importante socio comercial para Argentina. Es de destacar que Argentina recién estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China en 1972. En ese momento, el papel de China en el escenario mundial se percibía en gran medida como un contrapeso a la influencia soviética. Esta medida diplomática también ocurrió bajo el gobierno militar del general Agustín Lanusse en Argentina, que buscó activamente reducir su dependencia de los Estados Unidos.
La búsqueda de China de minerales, hidrocarburos y recursos alimentarios en América Latina y África es una medida estratégica para impulsar su crecimiento industrial. En un hipotético conflicto global que involucrara a Estados Unidos, estos países, incluida Argentina, serían proveedores clave de materias primas esenciales para la supervivencia de China. Como resultado, China ha establecido una red de acuerdos comerciales y de inversión en estas regiones.
Sin embargo, estas relaciones están claramente desequilibradas. Por ejemplo, los países latinoamericanos no son considerados los socios comerciales más importantes de China, pero para muchos de ellos, China es un aliado económico crucial, a veces indispensable. Este desequilibrio desafía el concepto de cooperación Sur-Sur, que enfatiza el beneficio mutuo e igualitario, y revela un desequilibrio en la dinámica de las relaciones de China con los países latinoamericanos.
Las relaciones entre China y Argentina se fortalecieron después de que Néstor Kirchner asumió la presidencia de Argentina en mayo de 2003 y luego se profundizaron bajo la presidencia de su esposa. Sin embargo, cuando Mauricio Macri asumió la presidencia en diciembre de 2015, criticó el enfoque de los Kirchner de aislar a Argentina y, en cambio, prometer una afluencia de inversiones a través de Occidente. A pesar de estos cambios, el gobierno de Macri continuó adhiriéndose a los acuerdos que gobiernos anteriores habían alcanzado con China.
Las relaciones de Argentina con China han evolucionado significativamente, pasando de una «asociación estratégica» establecida en 2004 bajo la presidencia de Néstor Kirchner a una elevada «asociación estratégica integral» en 2014 durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Esta asociación ampliada refleja una colaboración amplia y profunda que abarca las áreas de negocios, cultura, ciencia y salud. La participación de Argentina en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China es un aspecto clave de esta asociación y señala un compromiso para mejorar la infraestructura y la conectividad. Esta asociación estratégica subraya el posicionamiento de Argentina como un socio importante en la red global de relaciones de China.
Destaca un proyecto concreto. En 2014, Argentina y China llegaron a un acuerdo para establecer una estación espacial china en la provincia de Neuquén. Este acuerdo cubría la construcción de instalaciones de seguimiento, control y recopilación de datos, incluida una antena espacial. Sin embargo, el acuerdo carecía de claridad respecto de las aplicaciones específicas de la tecnología y los datos que se recopilarían.
La estación espacial, la primera de su tipo fuera de China, cubre una superficie de unas 494 hectáreas y se beneficiará de exenciones fiscales y aduaneras durante 50 años. La instalación está ubicada dentro de una zona de exclusión de frecuencia de aproximadamente 62 millas, donde el acceso está estrictamente controlado y requiere la aprobación del gobierno chino. La Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina (CONAE) se limita a utilizar la estación sólo el 10 por ciento de su tiempo de funcionamiento, que es menos de dos horas por día.
La estación es operada por el Control General de Seguimiento y Lanzamiento de Satélites de China (CLTC), parte de la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación, y plantea preocupaciones de doble uso debido a su potencial para aplicaciones civiles y militares. La ubicación estratégica y la mínima vigilancia de la estación, ubicada en una zona remota del desierto patagónico, han levantado sospechas sobre su verdadera intención, en particular sobre la posibilidad de espionaje de las telecomunicaciones. Además, el acuerdo China-Argentina no define claramente el uso de la estación como fines puramente civiles, ni prevé medidas de supervisión efectivas.
El impacto de la estación en la economía de la provincia de Neuquén no está claro. Si bien la construcción creó empleos para más de 300 trabajadores, los lugareños expresaron dudas sobre la verdadera función de la base. La estación de tren no es de libre acceso. La entrada es sólo con cita previa y hay pocas oportunidades para que las autoridades locales y los representantes de los medios recorran las instalaciones. Este acceso limitado alimenta aún más las preocupaciones de la comunidad.
Como parte del Acuerdo Marco Argentina-China de Cooperación en el Campo de Actividades Espaciales, el gobierno argentino acordó no interferir con las operaciones regulares de la estación. Si Argentina necesita tomar medidas que puedan afectar las actividades de China, se compromete a notificarlo rápidamente a China y, si es necesario, a buscar soluciones alternativas para minimizar la interrupción significativa de esas actividades. Desde esta perspectiva, la fórmula para el uso civil o pacífico de la estación espacial es simplemente una expresión de esperanza que no puede aplicarse sin una autoridad de revisión.
Un aspecto central del acuerdo Argentina-China es la exención de Argentina de responsabilidad interna y externa por todas las actividades del gobierno chino en territorio argentino relacionadas con el proyecto. Esto incluye resultados de acciones u omisiones del gobierno chino o sus representantes. Además, China se compromete a indemnizar a Argentina por cualquier responsabilidad que surja de reclamaciones de terceros relacionadas con dichas actividades. Este acuerdo desafía las normas tradicionales del derecho espacial internacional, en particular las establecidas en el Artículo VI del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967, que normalmente impone responsabilidad internacional a los Estados Partes por todas las actividades en el espacio ultraterrestre realizadas bajo su jurisdicción.
Esta construcción legal única, por la cual Argentina queda exenta de responsabilidad internacional por las actividades del gobierno chino en su territorio en el marco del proyecto, podría sentar un precedente para futuros acuerdos espaciales internacionales. Plantea cuestiones críticas sobre la soberanía, la jurisdicción y la gestión de las actividades espaciales que pueden afectar la gobernanza espacial global.
Sin embargo, esta excepción sólo se aplica en el contexto bilateral del Acuerdo entre Argentina y China y no exime a Argentina de sus obligaciones hacia otros estados bajo el derecho espacial internacional. La cláusula de solución de disputas del acuerdo, que es vaga e imprecisa, plantea interrogantes sobre el manejo de disputas futuras, particularmente en escenarios donde las actividades tienen implicaciones internacionales más amplias. La diversidad de mecanismos diplomáticos previstos en el derecho internacional contrasta con este enfoque y sugiere la necesidad de métodos más claros de resolución de disputas en los acuerdos espaciales.
Además, este acuerdo plantea importantes consideraciones sobre las relaciones internacionales, la gestión de riesgos y la responsabilidad de Argentina en las actividades espaciales. El precedente que esto sienta podría influir en los enfoques de otras naciones sobre la gobernanza espacial, particularmente en torno a la responsabilidad y la compensación. Dado el impacto potencial de las actividades espaciales extranjeras en las comunidades locales y el medio ambiente, las consideraciones éticas y ambientales también influyen.
Dado que el CLTC opera bajo la jurisdicción del Ejército Popular de Liberación (EPL), se puede suponer que los datos que recopila caen dentro del ámbito del sistema de defensa chino y podrían servir potencialmente para objetivos militares. Sin embargo, esto no significa necesariamente que los datos se utilizarán con fines agresivos o relacionados con el combate. La línea entre la aplicación militar y la guerra suele ser borrosa. De hecho, los términos del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre permiten que el personal militar participe en investigaciones científicas.
La historia diplomática de Argentina se ha caracterizado por un equilibrio matizado entre las potencias mundiales hegemónicas y emergentes. Inicialmente, los vínculos económicos del país eran predominantemente con el Reino Unido, una relación arraigada en el siglo XIX a través de inversiones británicas en infraestructura y ferrocarriles argentinos. Esta conexión fue crucial para la expansión económica de base agraria de Argentina, siendo el Reino Unido un mercado importante para sus productos agrícolas clave, como la carne vacuna y el trigo.
Con el ascenso de Estados Unidos como potencia mundial, la política exterior de Argentina se volvió más compleja. Estados Unidos, que se estaba volviendo cada vez más influyente económica y políticamente en el hemisferio occidental, veía con cautela la estrecha relación de Argentina con el Reino Unido, particularmente en el contexto de la Doctrina Monroe. Esta era se caracterizó por una mezcla de cooperación y rivalidad estratégica, lo que refleja la evolución del orden global.
Es importante comprender las relaciones Argentina-Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX, particularmente en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. La amplia neutralidad de Argentina, influenciada por los vínculos económicos con las potencias del Eje y una gran comunidad de inmigrantes alemanes, fue un tema polémico entre las fuerzas aliadas. Esta neutralidad fue percibida por Estados Unidos como un apoyo indirecto a las potencias del Eje, lo que provocó tensiones en las relaciones.
Mientras el presidente Milei asume el control de la política exterior de Argentina, es fundamental para él reconocer que el compromiso histórico del país con la neutralidad y su estrategia para tratar con las potencias mundiales emergentes a menudo no han producido resultados favorables a largo plazo. Además, la ubicación de Argentina como estado periférico la coloca directamente en el punto de mira de crecientes tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, lo que representa una importante amenaza a la seguridad.