El 11 de agosto, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, dijo ordenó el despliegue acelerado el USS Abraham Lincoln (CVN-72) y sus barcos de escolta desde el Pacífico Occidental hasta Medio Oriente. Esta reubicación urgente se debió a la escalada de tensiones en el Medio Oriente, particularmente la posibilidad de represalias iraníes contra Israel. Sin embargo, este cambio estratégico, destinado a fortalecer la presencia estadounidense en Medio Oriente, deja una importante brecha de disuasión en el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán, regiones donde la presencia militar estadounidense es igualmente importante.
Oriente Medio ha sido durante mucho tiempo un foco de participación militar estadounidense, pero la necesidad simultánea de mantener una fuerte presencia en el Pacífico occidental, particularmente a la luz del ascenso de China, ha impuesto una presión sin precedentes sobre las fuerzas estadounidenses. El redespliegue del Lincoln es un ejemplo de esta tensión y revela un desafío creciente para el ejército estadounidense: la dificultad de mantener la disuasión en múltiples frentes. Al desviar recursos para gestionar las tensiones en Medio Oriente, Estados Unidos está señalando inadvertidamente su vulnerabilidad en el Pacífico, donde China ha ampliado constantemente sus capacidades navales.
Las ambiciones militares de China son cada vez más claras, particularmente en sus desarrollos navales. Beijing está realizando actualmente pruebas a gran escala de su tercer portaaviones, el Fujian, que, cuando esté en pleno funcionamiento, será el portaaviones convencional más grande del mundo. A diferencia de sus predecesores, el Fujian está equipado con tecnologías modernas, como catapultas electromagnéticas y equipo de detención, lo que le permite lanzar una variedad de aviones de manera más eficiente. Este salto en el poder naval no sólo aumenta la capacidad de China para proyectar su poder en toda la región de Asia y el Pacífico, sino que también plantea un desafío directo al dominio estadounidense en las aguas que rodean a Taiwán y el Mar de China Meridional.
Además de Fujian, China está desarrollando el El primer portaaviones especializado en drones del mundoun barco revolucionario diseñado para la guerra aérea no tripulada. Este portaaviones, también equipado con catapultas electromagnéticas, destaca el enfoque de China en modernizar su ejército con tecnología de punta.
El principal objetivo de estos acontecimientos parece ser la reconquista definitiva de Taiwán, un objetivo central en la visión estratégica de largo plazo de China. Aunque es poco probable que China recurra a una acción militar contra Taiwán en un futuro próximo, su creciente poder naval le permite cambiar sutilmente el equilibrio de poder en la región. Es probable que el fortalecimiento naval de China tenga un profundo impacto en la influencia estadounidense en el Pacífico Occidental.
El traslado del Lincoln llega en un mal momento: por primera vez en una década, la Marina estadounidense sustituye al portaaviones con base en Yokosuka, Japón. El USS Ronald Reagan salió de Japón en mayo y es reemplazado por el USS George Washington en algún momento este otoño.
Aprovechando la reducción temporal de la presencia naval estadounidense, China podría afirmar cada vez más su dominio en aguas en disputa como el Mar de China Meridional. Si bien el ejército chino no participaría en una confrontación abierta, podría aprovechar estas oportunidades para impedir los pasos navales de Estados Unidos, socavando gradualmente las percepciones de la fuerza y determinación de Estados Unidos en la región. Con el tiempo, esto podría llevar a una reducción significativa de la influencia estadounidense, especialmente si los aliados y socios regionales comienzan a cuestionar la confiabilidad de los compromisos de seguridad de Estados Unidos.
Además, es probable que la creciente proactividad de China en el Pacífico occidental vaya acompañada de una cooperación militar más estrecha con Rusia. Los dos países ya han realizado ejercicios navales y patrullas aéreas conjuntas. cerca de estados unidos Y Fronteras aliadasseñalando un frente común contra la influencia occidental. Con los recursos navales estadounidenses al límite, China y Rusia podrían aumentar sus esfuerzos para probar las defensas estadounidenses, lo que obligaría a Estados Unidos a centrarse más en proteger sus propias fronteras que en demostrar su poder en el exterior. Este cambio podría reducir la capacidad de Estados Unidos para contrarrestar los movimientos estratégicos de China en la región de Asia y el Pacífico y más allá.
Las tensiones actuales en Medio Oriente ponen de relieve un desafío mayor para Washington: la necesidad de equilibrar los compromisos militares en múltiples regiones sin comprometer la disuasión en un área. El redespliegue del Lincoln es un claro ejemplo de las difíciles decisiones que enfrenta Estados Unidos en un mundo cada vez más multipolar. Si bien Estados Unidos sigue siendo la principal potencia militar del mundo, su capacidad para mantener ese estatus depende de su capacidad para abordar amenazas en múltiples teatros simultáneamente.
Acelerar el despliegue del Lincoln en Medio Oriente puede ser necesario para enfrentar amenazas inmediatas, pero esto tiene el costo de debilitar el poder disuasivo estadounidense en el Pacífico Occidental. Por supuesto, a medida que China continúa expandiendo sus capacidades navales y afirmando su influencia en la región, Estados Unidos se ve obligado a buscar formas de mitigar los riesgos asociados con estos cambios estratégicos. Como se informó recientemente, esto podría incluir fortalecer alianzas con Australia, Japón y Corea del Sur en Asia-Pacífico, invertir en activos militares más flexibles y resilientes o desarrollar nuevas estrategias para mantener una presencia creíble en múltiples teatros. De no hacerlo, se podría producir una erosión gradual de la influencia estadounidense en el Pacífico occidental, con consecuencias a largo plazo para la estabilidad regional y el orden global.