Ir a la universidad, conseguir un trabajo, comprar una casa, casarse: ser propietario de una vivienda ha sido una parte esencial de la vida en China durante décadas. Los analistas hacen pronósticos basados en esta verdad de larga data resultados optimistas para el mercado inmobiliario chino. Sin embargo, todo esto podría llegar a su fin si la generación joven de China deja de ser propietaria de vivienda.
De 2010 a 2020, la proporción de adultos chinos de entre 25 y 34 años que poseen su propia casa cayó más del 10% 70 a 50 por cientoEn comparación, casi el 30 por ciento de los adultos jóvenes en las grandes ciudades alquilan sus casas. sólo el 11 por ciento de las personas entre 45 y 54 años
Este cambio tomó años. Entre los precios inmobiliarios disparados, la crisis de la deuda inmobiliaria y una cultura cambiante, la generación joven de China se enfrenta a un mercado inmobiliario completamente diferente al de sus padres.
En ciudades como Shanghai y Beijing, la relación precio-ingreso (el costo de la vivienda en relación con el salario anual) ha alcanzado niveles asombrosos. Y no se trata sólo de estas megaciudades. Shenzhen, por ejemplo, también tiene uno de los mercados inmobiliarios más inasequibles del mundo y ofrece viviendas promedio. cuesta 43 veces el ingreso anual medio. En metrópolis similares como Londres o Nueva York la proporción ronda el 15-20.
La burbuja inmobiliaria de China comenzó a formarse a principios de la década de 2000, impulsada por la rápida urbanización y la inversión especulativa. El gobierno optó por fomentar la compra de bienes raíces para generar crecimiento económico, lo que llevó a la actitud cultural de que invertir en bienes raíces era un camino seguro hacia la riqueza. Los promotores intentaron satisfacer la demanda, creando “pueblos fantasma” enteros llenos de unidades vacías pero compradas, símbolos de invasión especulativa.
Este frenesí especulativo ha ejercido una enorme presión sobre los compradores más jóvenes. Una encuesta de 2023 encontró que la mayoría de los compradores por primera vez dependen de la riqueza familiar para el pago inicial. Más del 70 por ciento de los compradores de vivienda reciben apoyo financiero de sus padres.. Pero muchos más quedan excluidos del mercado inmobiliario sin el apoyo de sus padres.
A pesar del aumento de los precios, los riesgos de comprar una vivienda aumentan. El colapso de grandes promotores como Evergrande en 2021 fue noticia a nivel nacional y sirvió como advertencia para el sobrecalentado sector inmobiliario de China. La asombrosa deuda de Evergrande, que alguna vez fue un símbolo de la rápida urbanización y el crecimiento económico del país, expuso vulnerabilidades sistémicas en el mercado inmobiliario. Los proyectos de construcción quedaron sin terminar, los compradores de viviendas se vieron atrapados con hipotecas sobre propiedades inexistentes y la confianza de los inversores se desplomó.
La crisis de default de Evergrande no fue un incidente aislado. Otros desarrolladores, incluidos Sunac y Country Garden, también han tenido dificultades para pagar sus crecientes deudas debido a regulaciones gubernamentales más estrictas y la caída de la demanda. Las preocupaciones sobre la salud financiera de los promotores inmobiliarios han paralizado la confianza de los compradores en el mercado inmobiliario.
Y no ayuda que el gobierno no esté proporcionando compensación por el daño causado a los compradores actuales. Las casas prepagas quedan a medio terminar, sin agua ni electricidad, dejando a sus compradores con el futuro arruinado y deudas que pagar durante 20 o incluso 30 años.
La percepción general del sector inmobiliario como una inversión segura se ha visto sacudida. La vivienda, que alguna vez fue vista como un pilar de la seguridad financiera, ahora es vista por muchos como una apuesta arriesgada, lo que obliga a las generaciones más jóvenes a reconsiderar antes de apostar su futuro en un mercado inestable.
El mercado inmobiliario de China se enfrenta a un momento decisivo. Si los precios siguen aumentando sin control mientras el crecimiento económico se desacelera, la brecha entre los salarios y los costos de la vivienda seguirá ampliándose, amenazando tanto la estabilidad social como la confianza de los consumidores.
Pero por ahora, la generación joven de China sigue atrapada entre la tradición y la realidad. El sueño de ser propietario de una vivienda todavía tiene una fuerte influencia cultural, pero para muchos la aspiración está dando paso al pragmatismo. A menos que se produzcan cambios sistémicos -como correcciones significativas de precios o mejores políticas de vivienda- la juventud china podría transformar completamente la relación del país con la propiedad de vivienda.
Como dijo Zhang Li, un diseñador independiente de 27 años: “Nuestros padres veían una casa como la base de sus vidas. Pero para nosotros es más una carga que una bendición”.