Las tensiones actuales entre Estados Unidos y China son un punto álgido en las relaciones internacionales, y Taiwán suele estar en el centro de estas discusiones. Aunque Estados Unidos suele afirmar que una posible invasión china de Taiwán es inminente, la realidad en China sugiere una estrategia más matizada. Los dirigentes de China son muy conscientes de que una invasión de Taiwán no sólo corre el riesgo de destruir la economía del país, sino que también podría desestabilizar al Partido Comunista Chino (PCC) de maneras sin precedentes.
La legitimidad del PCC ha estado ligada durante mucho tiempo a la prosperidad económica del país. Esta prosperidad fue la base de la estabilidad en China y permitió al gobierno mantener el control sin la necesidad de una represión generalizada. Sin embargo, en tiempos de fluctuaciones económicas, el nacionalismo se convierte en una herramienta importante para mantener la legitimidad interna. Por lo tanto, Taiwán se convierte en un tema recurrente y altamente simbólico, invocado para agitar sentimientos nacionalistas entre la población china.
Hay tres formas básicas en que un gobierno antidemocrático puede imponer el poder a su pueblo: prosperidad económica, nacionalismo y opresión. China es muy consciente de que una invasión de Taiwán probablemente la obligaría a depender más del nacionalismo como mecanismo de legitimidad social. Sin embargo, tal medida destruiría simultáneamente la estabilidad económica en la que descansa el gobierno del PCC.
El nacionalismo, aunque poderoso, tiene sus límites. La dependencia excesiva del nacionalismo sin el efecto compensatorio de la estabilidad económica conduce inevitablemente a la represión. Una vez que un gobierno cae en el ámbito de la represión, es difícil, si no imposible, regresar a un estado en el que sólo el nacionalismo pueda mantener su legitimidad. Este cambio podría marcar el principio del fin del control del PCC.
A pesar de las consecuencias potencialmente catastróficas de una invasión militar de Taiwán, Estados Unidos sigue creyendo que tal escenario es inminente. Sin embargo, esta perspectiva favorece directamente a China. Al considerar que una invasión es casi segura, Estados Unidos está avivando inadvertidamente el nacionalismo chino, que el PCC puede utilizar para mantener su legitimidad interna en tiempos de inestabilidad económica.
Las recientes reuniones entre el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, y el representante de Asuntos Exteriores del PCC, Wang Yi, subrayan el cuidadoso acto de equilibrio que ambos países están intentando. Estados Unidos continúa su competencia estratégica con China, particularmente por Taiwán y el Mar de China Meridional, alimentando aún más los sentimientos nacionalistas en China.
Pero las verdaderas intenciones de China pueden ser más estratégicas de lo que Estados Unidos cree. China se beneficia de la percepción estadounidense de una amenaza inminente de invasión. Esta percepción permite a China fortalecer sus capacidades navales, tanto en preparación para posibles conflictos futuros como como medio para mantener robusto su complejo industrial y militar. Este enfoque dual mantiene a Estados Unidos en vilo y al mismo tiempo le da a China una moneda de cambio en las negociaciones internacionales.
Además, hay una facción en China que se beneficia de amplificar la retórica nacionalista, a la que a menudo se hace referencia como diplomáticos “guerreros lobo”. Estos diplomáticos, junto con otros elementos nacionalistas, han adoptado una postura más agresiva en los asuntos internacionales y a menudo utilizan a Taiwán como una cuestión central para ganar apoyo interno. La influencia de este grupo muestra que el nacionalismo no es sólo una herramienta del PCC, sino que también está profundamente arraigado en el panorama político más amplio de China.
El enfoque de China hacia Taiwán se trata menos de una invasión real y más de utilizar las tensiones estratégicamente para ganar influencia. Al aumentar periódicamente las tensiones, China puede negociar ventajas en la siguiente fase de desescalada. Este patrón cíclico mantiene a Estados Unidos en una postura reactiva y lo obliga a revisar la cuestión de Taiwán con mayor frecuencia y mayor intensidad debido a ciclos políticos más cortos.
En cambio, los ciclos políticos más largos de China permiten un enfoque más moderado. Si bien Estados Unidos necesita hablar constantemente con Taiwán para apaciguar la presión política interna, China puede darse el lujo de jugar a largo plazo y alimentar la percepción de una amenaza inminente para mantener a Estados Unidos comprometido y al mismo tiempo pagar los costos económicos y políticos reales para evitar una crisis a gran escala. invasión.
La relación entre Estados Unidos y China, particularmente con respecto a Taiwán, es una interacción compleja de intereses económicos, preocupaciones de seguridad nacional y estrategia política. Mientras Estados Unidos ve la situación a través del lente de una amenaza militar inmediata, China ve una escalada controlada de tensiones como una forma de mantener la estabilidad interna.
Mientras Estados Unidos siga considerando una invasión china de Taiwán como una amenaza inminente, sin darse cuenta estará fortaleciendo las mismas fuerzas en China que prosperan gracias al nacionalismo. Para China, esta es una ventaja estratégica que le permite mantener su legitimidad interna mientras mantiene a Estados Unidos fuera de equilibrio. En este contexto, el peligro real no es la invasión de Taiwán, sino la erosión gradual de los mecanismos que han mantenido la paz y la estabilidad en la región durante décadas.