El 24 de febrero, un año después de que Rusia comenzara a invadir Ucrania, China publicó un documento sobre “Posición de China sobre la solución política a la crisis de Ucrania.” Al estilo clásico de Beijing, el documento desglosa la posición oficial de China en 12 puntos. Estos puntos se repiten anterior posiciones chinas al conflicto y, por tanto, no ofrecen nada nuevo en relación con la retórica y la supuesta neutralidad de Pekín. Sin embargo, ofrecen algunas ideas útiles sobre la propia percepción de China sobre su papel en la arena internacional, así como sobre su posicionamiento en relación con la dinámica del poder mundial.
Por un lado, el documento condena abiertamente el uso de armas nucleares, llama a la desescalada militar y exige que China siga desempeñando un papel constructivo en este sentido. Por otro lado, el documento de posición sigue siendo vago en varios temas clave, lo que refuerza la impresión de que China continúa distanciándose de la participación directa en la resolución del conflicto.
Además, quedan dudas sobre la capacidad de China para actuar como un mediador realista, tanto en términos de su capacidad para realizar estas funciones como de su legitimidad internacional para hacerlo. Si bien el documento pretende retratar a China como un tercero en el conflicto, el visita a china del presidente bielorruso Alexander Lukashenko esta semana, así como las recientes especulaciones sobre China entrega de armas a Rusia dejan pocas dudas de que China no puede ser considerada un mediador creíble.
El documento también reitera la oposición de China a las restricciones económicas unilaterales y pide específicamente el fin de las sanciones occidentales. En general, el documento de posición una vez más no condena la invasión rusa, sino que muestra varias señales, aunque implícitas, de que el resultado preferido de China para este conflicto es una victoria rusa.
El mismo título del documento dice mucho sobre la posición de China. La referencia al conflicto como la “crisis de Ucrania” anticipa la falta de condena a la invasión rusa. Asimismo, la referencia a una «solución política» nos informa del alcance final del documento, que trata el conflicto en términos políticos y no militares o diplomáticos. De hecho, el documento reitera varias posiciones que China ha mantenido durante mucho tiempo en la escena internacional. Por ejemplo, el primer punto sobre «respetar la soberanía de todos los países» se deriva de la preocupación tradicional de China por la integridad territorial. Este tema representa un elemento clave de la identidad nacional de China y está vinculado a los pilares ideológicos del Partido Comunista Chino, incluido el «Siglo de la Humillación».
Al mismo tiempo, la formulación retórica de que «todos los países, grandes o pequeños, fuertes o débiles, ricos o pobres, son miembros iguales de la comunidad internacional» subraya los intentos de China de posicionarse como líder y voz principal del Sur Global contra poderes hegemónicos. La retórica antiestadounidense en este punto se hace más evidente en el supuesto rechazo a la doble moral, que implícitamente apunta a la supuesta conducta hegemónica de Washington. Mientras China afirma rechazar una “mentalidad de Guerra Fría” y la formación de bloques militares, el propio Pekín presenta el conflicto como una lucha ideológica entre Rusia y la OTAN, de hecho, el documento confirma que China está en esta confrontación ideológica con Rusia.
Luego, el documento aborda la necesidad de reanudar las conversaciones pacíficas y promover una solución política del problema. El punto 4 concluye afirmando que China «seguirá desempeñando un papel constructivo en este sentido». Asimismo, el punto 12 cierra el documento reconociendo que China “apoya la reconstrucción posconflicto en las zonas afectadas por el conflicto”. Sin embargo, dada su «amistad sin fronteras» con Rusia, China no es un mediador realista entre las partes interesadas en este conflicto.
El punto 3 refuerza aún más el poder retórico del documento al decir que «la comunidad internacional debe seguir comprometida con el enfoque correcto para promover las conversaciones de paz». Como en el caso de la referencia en el punto 1 a «los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas», China enfatiza en el punto 5 la necesidad de coordinar los esfuerzos humanitarios a través de las Naciones Unidas. Hasta aquí, la primera parte del documento concluye declarando el apoyo de China a la protección de los civiles y el respeto a los derechos fundamentales de los prisioneros de guerra. Sin embargo, el documento de posición no contiene ninguna información sobre cómo estas preguntas críticas deben resolverse en la práctica.
Los últimos seis puntos cambian el enfoque del conflicto a las dinámicas más amplias que surgen de él, con énfasis en los temas económicos y de seguridad. Por ejemplo, China reafirma su oposición a los ataques armados contra plantas de energía nuclear y nuevamente hace un llamado a la ONU y la Agencia Internacional de Energía Atómica para que desempeñen un papel central. Su posición contra el uso de armas nucleares se reitera aún más en el párrafo 8, que establece: “Debe oponerse a la amenaza o el uso de armas nucleares. Se debe prevenir la proliferación de armas nucleares y evitar una crisis nuclear”.
Si bien estos puntos confirman la preferencia de China por las soluciones mediadas por la ONU, ofrecen poca o ninguna orientación práctica sobre cómo implementar tales medidas. Sobre el papel, la posición oficial de China podría interpretarse como un mensaje a los líderes rusos. Al mismo tiempo, esto contrasta fuertemente con los esfuerzos recientes de China para modernizar su propia planta de energía nuclear, lo que genera dudas sobre el compromiso genuino del país con la no proliferación nuclear.
Los puntos finales revelan las preocupaciones de China sobre el impacto económico del conflicto. Además de pedir la implementación de la Iniciativa de Granos del Mar Negro firmada por Rusia, Turquía, Ucrania y la ONU, se vincula con el impulso más amplio de China para liderar una coalición de estados en su Iniciativa de Seguridad Alimentaria Global propuesta.
El documento vuelve a argumentar que China denuncia el uso de sanciones unilaterales. No es sorprendente que esto revele un apoyo implícito a las sanciones negociadas por la ONU, que no son realistas dado que Rusia las vetaría. Al mismo tiempo, el apoyo de China para mantener las cadenas de suministro globales existentes se combina con preocupaciones más amplias sobre su posible exclusión de mercados clave, como es el caso de los controles de exportación impuestos por Estados Unidos y otros países. semiconductor. Como se afirma en el documento, Pekín se opone a «utilizar la economía mundial como herramienta o arma con fines políticos».
Ciertamente, con la contracción del mercado interno de China, la creciente resistencia económica que enfrenta el país a nivel internacional se está convirtiendo en un tema preocupante para su liderazgo. Pero la propia China ha utilizado repetidamente instrumentos económicos con fines políticos, sobre todo en el contexto de su propia medidas de represalia contra Taiwán. Por lo tanto, sus principales preocupaciones sobre la implementación de sanciones unilaterales contra Rusia parecen provenir de razones políticas más que económicas.
En última instancia, como se esperaba, el documento de posición no ofrece nada nuevo retóricamente. China continúa caminando por la delgada línea entre su apoyo a Rusia y los intentos de no empeorar sus ya tensas relaciones con los países occidentales; esta repitiendo al punto de vomitar los mismos puntos que Beijing siempre expresa a nivel internacional, incluido el respeto por la soberanía estatal y el derecho internacional; y lo más importante, no avanza en ninguna resolución concreta o práctica del conflicto. Más bien, el principal objetivo del periódico parece ser aplacar a Occidente y contener algunas críticas a la inacción de China y su continuo apoyo a Putin.