“A las mujeres les resulta difícil pensar en sus derechos cuando sus hijos pasan hambre”. Esta cruda observación, realizada durante una entrevista a un denunciante clave en 2020, pone de relieve la sombría realidad que enfrentan las familias en Afganistán. En medio de sanciones internacionales y una creciente inestabilidad económica bajo el gobierno talibán, millones de personas luchan contra la inseguridad alimentaria y la escasez de recursos. La erosión de recursos vitales clave, desde la ayuda humanitaria hasta los flujos de remesas, ha sumido a innumerables hogares en la desesperación y ha dejado a mujeres y niños particularmente vulnerables. Esta crisis humanitaria requiere una acción global urgente para abordar no solo las necesidades de supervivencia, sino también las barreras sistémicas que atrapan a las familias en ciclos de pobreza y opresión.
Los desafíos que enfrentan las familias en Afganistán son similares a los de las comunidades desplazadas en todo el mundo, cuya supervivencia a menudo depende de sistemas de apoyo frágiles. Para muchos, no se trata de derechos o recuperación a largo plazo, sino de supervivencia inmediata: encontrar la próxima comida o conseguir un alojamiento básico. A pesar de la necesidad urgente, la ineficiencia burocrática, el estancamiento político y las políticas restrictivas están asfixiando el flujo de líneas de vida vitales, dejando a millones de personas en zonas de conflicto navegando en un panorama humanitario lleno de barreras e inseguridad.
Nuestro investigación actual sobre Sri Lanka posconflicto destaca el impacto transformador de las remesas. Utilizando datos a nivel de hogares, encontramos que estos flujos no solo ayudan a las familias a satisfacer sus necesidades inmediatas, sino que también podrían permitir la acumulación de riqueza a lo largo del tiempo, desempeñando un papel fundamental en la recuperación económica. Global, Transferencias El apoyo a los países de ingresos bajos y medios ascendió a 656 mil millones de dólares en 2023, mucho más que los 256 mil millones de dólares de asistencia oficial para el desarrollo. Cuando esta línea de vida se ve interrumpida por medidas de repatriación forzada o retrasos en el reasentamiento, se desconecta, lo que exacerba las dificultades para los refugiados y sus familias por igual.
En un momento en que las remesas suelen duplicar la ayuda oficial, es esencial eliminar las barreras sistémicas a su flujo. Al reformar los procesos de reasentamiento de refugiados y apoyar los sistemas de remesas, los formuladores de políticas pueden desarrollar todo su potencial y brindar estabilidad y esperanza a millones de personas desplazadas.
La importancia de las remesas
Aunque a menudo quedan eclipsadas en los debates políticos, las remesas son una columna vertebral oculta de la resiliencia económica de las familias afectadas por conflictos. Estos recursos van más allá de satisfacer las necesidades inmediatas; Permiten a las familias reconstruir sus vidas y hacer frente a incertidumbres a largo plazo. En contextos frágiles donde los sistemas de apoyo tradicionales están debilitados o son inexistentes, las remesas llenan vacíos críticos que no pueden cubrirse con asistencia oficial.
Nuestra investigación en Sri Lanka posconflicto destaca este papel transformador. Encontramos que las remesas aumentaron significativamente la riqueza de los hogares con el tiempo, incluso en áreas sin una infraestructura financiera sólida. Las familias invirtieron en educación, mejoraron la vivienda y fundaron pequeñas empresas, decisiones que promovieron la estabilidad económica y desencadenaron efectos de crecimiento generalizados en comunidades enteras.
Sin embargo, la eficacia de las remesas depende de su flujo ininterrumpido. Para las personas desplazadas, las políticas restrictivas y los retrasos burocráticos pueden cortar este sustento y empujar a las familias aún más a la pobreza. Sin estos recursos, los logros obtenidos con tanto esfuerzo corren el riesgo de verse socavados y las poblaciones vulnerables quedar atrapadas en ciclos de inestabilidad.
Con el apoyo adecuado, las remesas podrían pasar de ser una solución provisional a convertirse en una piedra angular de las estrategias de recuperación global. Los formuladores de políticas deben abordar barreras clave reduciendo las altas tarifas de transacción, formalizando los canales de remesas y garantizando que los refugiados alcancen la estabilidad financiera. Estas reformas aumentarían el impacto de las remesas y garantizarían que sigan siendo un recurso importante para las familias que enfrentan las incertidumbres del desplazamiento.
Estudio de caso: refugiados afganos y política estadounidense
Para los refugiados afganos, el desplazamiento suele provocar años de inseguridad, agravados por procesos de reasentamiento lentos y engorrosos. El programa de Visas Especiales de Inmigrante (SIV) de EE.UU., creado para proteger a quienes trabajaron junto a las fuerzas estadounidenses, enfrenta graves consecuencias Residuosaunque algunas solicitudes tardan años en procesarse. Similar, Libertad condicional por razones humanitarias proporciona sólo un alivio temporal, dejando a muchos sin un camino hacia la residencia permanente o un empleo estable. Estos obstáculos burocráticos mantienen a miles de refugiados afganos en el limbo, impidiéndoles reconstruir sus vidas o brindar apoyo financiero crítico a sus familias en sus países de origen.
Las consecuencias son devastadoras. Desde que los talibanes llegaron al poder en 2021, los flujos de remesas a Afganistán han caído un 60 por ciento, se dice Banco mundial. Este colapso ha cortado un sustento vital para las familias que ya luchan contra la inestabilidad económica y la creciente pobreza. Para los aliados afganos de Estados Unidos en todo el mundo que esperan noticias sobre la reubicación, la incapacidad de enviar dinero con regularidad está exacerbando la difícil situación de sus familiares en Afganistán, generando pobreza e inestabilidad.
La inacción política sólo ha empeorado la situación. Si bien el Congreso de los Estados Unidos ha hecho esto aumentó Dado el número de SIV, los problemas sistémicos siguen sin abordarse en el proceso de reasentamiento. El Ley de ajuste afgano (AAA), que proporcionaría un camino hacia la residencia permanente para las personas en libertad condicional por motivos humanitarios, sigue estancada a pesar del apoyo bipartidista. Sin estas reformas, los refugiados afganos enfrentan una inseguridad jurídica y económica constante, lo que limita su capacidad de contribuir a sus comunidades de acogida o apoyar a sus familias en el extranjero.
Estados Unidos tiene tanto la oportunidad como la responsabilidad de cerrar estas brechas. Simplificar el proceso SIV, adoptar la AAA y brindar asistencia integral a los refugiados afganos no sólo cumpliría los compromisos de Estados Unidos sino que también restauraría importantes flujos de remesas. Estos cambios demostrarían cómo una política eficaz en materia de refugiados puede servir tanto para objetivos humanitarios como estratégicos y servir de ejemplo para otras naciones.
Soluciones políticas
El potencial transformador de las remesas en regiones en conflicto no puede aprovecharse plenamente sin reformas sistémicas. Los refugiados enfrentan obstáculos importantes, desde navegar el proceso de reasentamiento hasta acceder a las herramientas que necesitan para apoyar a sus familias. Abordar estos desafíos requiere soluciones tanto a corto como a largo plazo.
En el corto plazo, Estados Unidos necesita racionalizar los procesos de reasentamiento de refugiados. Reducir los retrasos en el programa SIV y acelerar la Ley de Ajuste Afgano proporcionaría estabilidad a los refugiados afganos, permitiéndoles conseguir empleos y comenzar a enviar dinero a casa. Estas medidas honrarían los compromisos de Estados Unidos con sus aliados y al mismo tiempo aliviarían las dificultades económicas de las familias en Afganistán que dependen de las remesas.
Las reformas a largo plazo son igualmente importantes. Formalizar los canales de remesas es crucial para garantizar que los fondos lleguen a los destinatarios de manera segura y eficiente. Altas tarifas de transacción y dependencia de sistemas informales como hawalaa menudo reducen el impacto de las transferencias. Los formuladores de políticas deberían trabajar con las instituciones financieras para reducir las tarifas, ampliar el acceso a los bancos e implementar programas de educación financiera. Estos esfuerzos permitirían a las familias maximizar los beneficios de las remesas y convertirlas en motores de un crecimiento sostenible.
Más allá de las reformas prácticas, Estados Unidos tiene la oportunidad de establecer un estándar global. Nuestra investigación en Sri Lanka muestra cómo las remesas pueden ayudar a reconstruir comunidades afectadas por la guerra cuando están respaldadas por políticas efectivas. Al invertir en estos sistemas, Estados Unidos puede proporcionar liderazgo tanto en el sector humanitario como en el económico e inspirar a otras naciones a seguir su ejemplo.
A medida que aumentan los desplazamientos globales debido a los conflictos y el cambio climático, estabilizar y optimizar los sistemas de remesas ya no es opcional. Es a la vez una obligación moral y un imperativo estratégico, que redefinirá cómo apoyamos a las poblaciones desplazadas y a las comunidades que deben abandonar.