Los tribunales permitieron la muerte asistida del hombre luego de rechazar múltiples apelaciones de sus víctimas, quienes argumentaron que debería ser llevado ante la justicia. El caso llegó incluso al Tribunal Constitucional, que se negó a conocerlo por no haber habido vulneración de derechos fundamentales.
El enojado exguarda de seguridad Eugen Sabau, de 46 años, mató a tiros a tres de sus colegas, incluida una mujer, en la empresa de seguridad para la que trabajaba en la ciudad de Tarragona, en el noreste del país, y luego hirió a un oficial de policía mientras escapaba.
Sabau murió a las 18:30 hora local de este martes, según ha informado una fuente de la Generalitat de Cataluña.
No se pudo contactar a las autoridades penitenciarias para hacer comentarios y el abogado de Sabau no hizo comentarios.
España legalizó la eutanasia hace poco más de un año. Anteriormente, ayudar en la terminación de la vida conllevaba una pena de prisión de hasta 10 años.
Después de que Sabau se atrincherara en una casa con un arsenal de armas, una unidad táctica de la policía irrumpió en el lugar y le disparó en varias ocasiones.
El «pistolero de Tarragona», como le llamaron los medios españoles, quedó tetrapléjico y con una pierna amputada. Sus heridas le provocaban un dolor crónico que no podía ser tratado con analgésicos debido a su frágil condición, haciendo insoportable su existencia.
Un juzgado de Tarragona dictaminó que era un derecho fundamental de Sabau pedir la eutanasia dadas las circunstancias.