Después de meses de maniobras políticas, negociaciones, formación de coaliciones y el regreso del ex Primer Ministro Thaksin Shinawatra, el nuevo gobierno de Tailandia está empezando a asentarse y a revelar algunos de sus verdaderos planes políticos. Y si los recientes anuncios del Primer Ministro Srettha Thavisin sirven de indicación, esta coalición gobernante tiene en mente algunas medidas de política económica muy audaces y (para Tailandia) poco ortodoxas.
Según se informa, el gobierno está preocupado por el debilitamiento de la economía de Tailandia y planea impulsar la demanda entregando hasta 560 mil millones de baht (alrededor de 15,8 mil millones de dólares) a 55 millones de personas durante seis meses. Los detalles aún no están disponibles, pero parece que serán transferencias directas a los consumidores.
Además de estimular la demanda mediante pagos en efectivo, hay planes para reducir los precios de la energía e imponer una moratoria de la deuda a algunos prestatarios. Tendremos que esperar y ver cuándo se finaliza realmente el presupuesto de 2024, pero estas ideas son atípicas de la política económica tailandesa y, si se implementan, representarían reformas bastante significativas.
Esto sugiere que el nuevo gobierno está preocupado por la situación económica, ya que el crecimiento en lo que va de 2023 no ha estado a la altura de las expectativas. Estas preocupaciones pueden verse agravadas por el hecho de que este gobierno llegó al poder después de un proceso de negociación política complicado y polémico en el que el partido que obtuvo la mayor cantidad de escaños en las elecciones de mayo fue excluido de la coalición.
Parece que el gobierno quiere tomar algunas medidas importantes inicialmente para disipar las dudas o el descontento persistentes, y se está inclinando hacia medidas populares y progresistas, como transferencias directas de efectivo, precios más bajos de la energía y alivio de la deuda. Si estas políticas realmente se implementan, supondría un cambio importante con respecto a la forma tradicional en que Tailandia dirige su economía.
La economía de Tailandia se centra en las exportaciones. La economía se basa en superávits de cuenta corriente generados por la exportación de servicios (turismo) y bienes (agricultura y manufactura). Pero las exportaciones no se recuperaron con tanta fuerza como se esperaba en el período pospandemia, lo que desaceleró el crecimiento económico. Si las exportaciones se retrasan, el consumo de los hogares podría recuperar el relevo. Sin embargo, el gasto de los consumidores en Tailandia está limitado, entre otras cosas, por el altísimo nivel de deuda.
Esto significa que se necesita la intervención del gobierno para que la economía vuelva a encarrilarse rápidamente. Y hasta ahora la propuesta del gobierno es exactamente la correcta. El gobierno de Srettha ayudará a estimular la demanda mediante transferencias de efectivo a los consumidores, apoyará la oferta reduciendo los costos de la energía e incluso tratará de abordar las restricciones de la deuda, lo que debería liberar dinero para un gasto más productivo.
¿Pero qué tan realistas son estos planes? En general, al gobierno tailandés no le gusta tener grandes déficits presupuestarios. Por ejemplo, el gasto público aumentó durante la pandemia hasta un máximo de 3,4 billones de baht (96.000 millones de dólares) en 2020, pero luego cayó en 2021 y nuevamente en 2022. La necesidad me indicó que los responsables de la formulación de políticas estaban reduciendo el déficit y querían volver a reducirlo. control y al mismo tiempo esperaba que un retorno a fuertes exportaciones de bienes y servicios estimularía la economía. Este repunte relacionado con las exportaciones aún no ha alcanzado el alcance esperado, por lo que se están considerando nuevamente nuevas medidas de estímulo económico.
Pero casi 16 mil millones de dólares en transferencias directas de dinero a los consumidores es una cifra enorme. Se ha propuesto un presupuesto preliminar de 3,35 billones de baht (94 mil millones de dólares) para el año fiscal 2024, pero no está claro cuándo entrará en vigor o si el nuevo parlamento hará cambios. Si nada cambia, estas transferencias de efectivo por sí solas consumirían alrededor de una sexta parte del gasto público, y ya se ha pronosticado que el déficit rondará el 3 por ciento del PIB. Esto lleva a algunas preguntas obvias: ¿De dónde vendrá el dinero? ¿El gobierno tendrá un déficit mayor y pedirá prestado más para recaudar fondos? ¿O reasignarán los fondos existentes recortando el gasto en otras áreas?
Tampoco sabemos qué tan permanentes serán estos cambios. Según se informa, las transferencias de dinero están sujetas a restricciones sobre dónde y cuándo pueden utilizarse, así como sobre los tipos de bienes y servicios que pueden adquirirse. Actualmente el debate parece girar más en torno a una moratoria de la deuda que a una reestructuración o alivio de la deuda a largo plazo. Reducir los precios de la energía también es un objetivo bastante fácil, ya que el costo de las importaciones de energía como el carbón y el gas natural ha caído.
Si este enfoque en el consumo en lugar de las exportaciones se convirtiera en una característica permanente de la economía tailandesa, se produciría un cambio estructural importante. No sabremos realmente el verdadero alcance de estas reformas económicas hasta que se finalice el presupuesto de 2024, e incluso entonces no sabremos qué tan duraderas serán durante varios años. Pero por ahora, este tipo de retórica indica un cambio significativo en el pensamiento económico en Tailandia, ya que el gobierno busca estimular la demanda transfiriendo efectivo directamente a los consumidores en lugar de esperar a que las exportaciones salven la situación.