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Incluso si el establecimiento logra poner a Khan tras las rejas, no será fácil deshacerse de su espíritu político.
La gente de Pakistán y de todo el mundo ha estado sentada atentamente en sus asientos durante meses, y especialmente desde el 9 de mayo, viendo la contienda política del jugador de críquet convertido en político Imran Khan con el ejército. Apenas hubo una ceja que no levantó cuando vio a sus partidarios destrozar propiedad militar e intentar forzar la entrada al cuartel general del ejército en protesta por el arresto de su líder por una investigación sobre un caso de corrupción.
Las escenas de personas saqueando e incendiando edificios militares o recuerdos no son comunes en Pakistán, donde las fuerzas armadas han sido protagonistas de la política de poder durante décadas. Pero después de todo el drama, la saga de Khan parece encaminarse a un final feliz para el poderoso ejército políticamente conocido popularmente como el establecimiento.
El ejército recurrió a un viejo libro de jugadas: menospreciar a un político recalcitrante atacando tanto a la dirección como al partido. El caos del 9 de mayo ahora se ha convertido en una crisis para el Tehreek-e-Insaf (PTI) de Pakistán, ya que líder tras líder abandona el partido o la política por completo. Es posible que pronto veamos una situación en la que Khan esté literalmente solo: un rey sin partido.
Lo que está sucediendo en Pakistán es en parte una repetición de los casi 76 años de historia del país y en parte sin precedentes. Los acontecimientos del 9 de mayo representaron el mayor estallido de indignación popular contra el ejército pakistaní desde la consolidación geográfica y estratégica de Pakistán tras la guerra de 1971 con India, durante la cual el ala oriental se separó y convirtió a Bangladesh en distancia de los acontecimientos del 9 de mayo, e incluso sugirió que los líderes de su partido no participaron en la creación del caos que siguió a su arresto, las escenas en las que la gente irrumpe en la casa de un teniente general en Lahore y en el cuartel general del ejército son, respectivamente, Derribando viejos recuerdos de aviones, una expresión de ira por los años de militar de control abierto y encubierto del Estado y la sociedad.
Zulfiqar Ali Bhutto, el líder fundador del Partido Popular de Pakistán (PPP), era un populista como Khan y tenía la capacidad de emocionar e inspirar a la gente. Pero cuando Bhutto fue encarcelado por un gobierno militar y luego sentenciado a muerte en un juicio simulado, su partido nunca atacó los símbolos del poder estatal y militar.
Es cierto que es incómodo comparar a un político intelectualmente más astuto y más agudo como Bhutto con Khan. No obstante, la capacidad de Khan para despertar tanto las mentes de sus seguidores que se sientan listos para atacar a la institución más poderosa del estado merece atención.