Dos ciudadanos malasios, Mohammed Farik bin Amin y Mohammed Nazir bin Lep, han estado languideciendo en el centro de detención estadounidense en la Bahía de Guantánamo durante 21 años. Los llamamientos para su liberación se han vuelto cada vez más fuertes en los últimos años. Farik fue arrestado en junio de 2003, mientras que Nazir fue arrestado en agosto de 2023. Nazir fue arrestado al mismo tiempo que Hambali, un líder clave de Jemaah Islamiyah (JI) que planeó los ataques de Bali de 2002. Tanto Farik como Nazir eran miembros del grupo terrorista JI y se declararon culpables a principios de 2024 de su participación en los atentados de Bali. Las perspectivas de un pronto regreso a casa dependen ahora de la comunicación diplomática entre los gobiernos de Estados Unidos y Malasia.
Arresto y juicio
Farik y Nazir fueron retenidos inicialmente en lugares secretos de la CIA famosos por torturar a sospechosos de terrorismo. Ambos fueron presuntamente torturados antes de ser trasladados a la Bahía de Guantánamo en 2006. Luego de su traslado, ambos comparecieron ante los Tribunales de Revisión del Estatuto de Combatientes y no fueron escuchados hasta agosto de 2016, cuando sus casos fueron escuchados por las Juntas de Revisión Periódica. En 2016, también se informó que habían tenido lugar conversaciones entre el gobierno de Malasia y la entonces administración Obama sobre los dos detenidos. No fue hasta 2017 que los fiscales militares estadounidenses presentaron cargos formales contra ella, pero los funcionarios del Pentágono los desestimaron por razones desconocidas. No fue hasta 2021 que el dúo malayo compareció ante un juez, pero luego el juicio tuvo problemas porque hubo problemas con el intérprete judicial.
En octubre de 2023, los casos de Farik y Nazir se separaron del de Hambali cuando acordaron declararse culpables de participar en los atentados de Bali de 2002. Se cree que se negociaron acuerdos de declaración de culpabilidad durante una visita a la Bahía de Guantánamo en 2023 por una delegación de Malasia que incluía al ministro del Interior, Saifuddin Nasution Ismail, y al inspector general de policía, Razarudin Husain. Luego, a ambos se les dieron fechas de juicio en enero de 2024. Como parte del acuerdo, se retiraron los cargos relacionados con el atentado con bomba en el hotel Marriott de Yakarta en 2003. Un jurado militar los condenó a 23 años de prisión y, según el acuerdo de culpabilidad, podrían ser liberados en 2029.
Desafíos e implicaciones
Si bien es una señal positiva que Malasia esté asumiendo la responsabilidad y repatriando a los dos hombres, es probable que haya muchos desafíos por delante. La controvertida forma en que Estados Unidos ha encarcelado a detenidos vinculados con el terrorismo, la mayoría de los cuales no son ciudadanos estadounidenses, durante tanto tiempo y en duras condiciones ha generado hostilidad hacia Estados Unidos y Occidente y ha sido una poderosa fuente de radicalización. Extremistas en otros lugares, incluido el sudeste asiático.
Tanto Farik como Nazir han mejorado su estatus como figuras poderosas en el mundo yihadista. En los círculos yihadistas, existe una gran posibilidad de que ambos sean aclamados como “héroes” y “caballeros yihadistas” por sobrevivir a la Bahía de Guantánamo en circunstancias brutales y regresar con vida a Malasia. Podrán compartir sus propias versiones de cómo fueron torturados en la Bahía de Guantánamo por los estadounidenses “infieles”, lo que tiene el potencial de ser utilizado como narrativa por grupos musulmanes radicales y extremistas.
Un argumento clave y una justificación para los ataques terroristas islamistas es el mundo “injusto” en el que vive la mayoría de los musulmanes, y la experiencia de Farik y Nazir sería un poderoso testimonio vivo de esta narrativa. Tanto Farik como Nazir podrían convertirse en poderosos símbolos e imanes para el yihadismo en Malasia, más aún después del reciente ataque terrorista en Ulu Tiram. Por lo tanto, sería deber primordial de Malasia monitorear de cerca sus movimientos e interacciones en Malasia, posiblemente incluso con yihadistas extranjeros. Su interacción con la “gente equivocada” podría abrir la puerta a la conversión de nuevos individuos a la causa de la yihad o incluso desempeñar un papel en la reincidencia de ex extremistas y terroristas.
Si bien para Malasia es importante cuidar de sus ciudadanos, incluidos los encarcelados en el extranjero por delitos transnacionales, la detención de Farik y Nazir no es un simple caso de crimen y castigo. El regreso de Farik y Nazir a Malasia es bienvenido, pero también plantea muchos riesgos que las autoridades deben tener en cuenta. La mayoría de las veces, sus casos son una lección para todos los involucrados en el terrorismo, mostrando lo que los gobiernos pueden y no pueden hacer. Es responsabilidad de Malasia garantizar que ambos hombres se sometan a un riguroso programa de rehabilitación y desradicalización como personas de alto riesgo.
Malasia, en sus guerras pasadas con comunistas y otros grupos radicales, ha desarrollado herramientas comprobadas y efectivas para la desradicalización y, más importante aún, para la rehabilitación e integración de esos individuos en la sociedad en general. Con varios grupos extremistas vinculados a JI y el llamado Estado Islámico, así como otros grupos radicales operando en el país, Malasia debe demostrar su capacidad para detener a personas que han estado involucradas en delitos graves en el pasado para garantizar su larga vida. rehabilitación a plazo.
Esto aumentará la confianza en las políticas antiterroristas y de desradicalización de Malasia y servirá como recordatorio a otros gobiernos de la región que estén pensando en hacer que sus ciudadanos radicales comprendan los esfuerzos y recursos holísticos necesarios para abordar los suyos y transformar a los ex ciudadanos en buenos y miembros productivos de la sociedad.