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Mientras compiten por el dominio en chips semiconductores y tecnología verde, Estados Unidos y China están envueltos en una guerra comercial cada vez más turbulenta. Como muestra una serie del Financial Times, se han impuesto una serie de controles de exportación, aranceles y listas negras entre sí y contra sus aliados.
La última salva proviene de Beijing. A partir del 15 de septiembre se impondrán controles a las exportaciones de antimonio, un metal desconocido utilizado en municiones perforantes, dispositivos de visión nocturna y ópticas de precisión. El año pasado se introdujeron restricciones a la exportación de germanio y galio, necesarios para chips y comunicaciones militares.
China produce alrededor del 60 por ciento de las tierras raras y procesa casi el 90 por ciento. Beijing cita la “seguridad nacional” como la razón de sus medidas, pero su control sobre importantes materias primas es, en última instancia, su influencia contra Washington en la guerra comercial. La posición de poder de Estados Unidos se basa en bloquear la exportación de tecnologías avanzadas de semiconductores a China y obstaculizar la capacidad de los fabricantes chinos para vender en el mercado chino.
El ciclo de represalias ha destrozado sus economías y socavado el crecimiento y la innovación globales. No hay signos de enfriamiento. Esto significa que es necesario adaptarse a la nueva era de cadenas de suministro fragmentadas para mitigar el impacto económico. Por ejemplo, la empresa china Huawei ha trabajado con el fabricante nacional de chips SMIC para avanzar en el desarrollo de chips de última generación. También hay señales de que los compradores chinos están encontrando formas de eludir las restricciones estadounidenses sobre los procesadores avanzados.
Estados Unidos y sus aliados han lanzado iniciativas como la Asociación de Seguridad Mineral para mejorar la cooperación en materias primas críticas. Pero esos foros deben pasar rápidamente del diálogo a la acción. Las empresas temen que Beijing siga aumentando sus restricciones sobre nuevos metales críticos y les preocupa que la producción de chips se vea afectada por los precios más altos y sin las materias primas adecuadas.
La clave es intensificar los esfuerzos de minería y refinación. China domina ambas áreas, pero todavía existen importantes depósitos de metales críticos que pueden explotarse fuera del país, incluso en Occidente. Nyrstar, que es propiedad del grupo de comercio de materias primas Trafigura, espera que una fundición de zinc en Tennessee pueda abastecer el 80 por ciento de la demanda anual estadounidense de galio y germanio. También es probable que los precios más altos de las materias primas debido a los controles de Beijing hagan que la producción sea más atractiva.
Pero los gobiernos occidentales deben facilitar el trabajo a la industria. Las fluctuaciones de precios hacen que la extracción sea riesgosa y las exportaciones baratas de China son difíciles de superar. Sería útil una estandarización de las onerosas regulaciones sobre planificación y productos químicos en cada país, así como la introducción de normas medioambientales comunes. También es necesaria una mejor coordinación de los incentivos financieros. La cobertura de precios y las asociaciones público-privadas pueden ayudar a reducir el riesgo de los proyectos de los metales más raros, mientras que los contratos de compra a largo plazo pueden proporcionar certidumbre a la demanda.
Algunos metales críticos pueden ser costosos y difíciles de reciclar o reemplazar, pero el apoyo a la investigación y el desarrollo estratégicos sigue siendo importante. Por ejemplo, el galio se puede obtener a partir de las cenizas volantes de carbón, un producto de desecho de la combustión del carbón. El silicio también puede ser un sustituto menos costoso del germanio en determinadas aplicaciones electrónicas.
Durante décadas, los gobiernos occidentales compraron materias primas baratas de China, mientras que Beijing invertía grandes cantidades en minería, refinación y exploración. La hostilidad económica entre Estados Unidos y China muestra cuán miope fue depender de un único proveedor de metales importantes. El dominio de China en este sector parece incuestionable. Pero si Estados Unidos y sus aliados quieren debilitar su influencia en la guerra comercial, sería útil una mayor participación en minerales críticos.