La reciente renuncia de la Primera Ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, que pone fin a su gobierno de 15 años, tendrá implicaciones significativas para la región, particularmente en términos de reorientar la política de Pakistán hacia el país.
La cobertura de los medios indios sobre la violencia en Dhaka en las últimas semanas ha incluido numerosas acusaciones de que los servicios de inteligencia paquistaníes y chinos pueden haber desempeñado un papel en la instigación de las protestas que llevaron a la caída de Hasina. Algunos informes afirman que los Servicios de Inteligencia de Pakistán (ISI) trabajaron con el opositor Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP) y las alas estudiantiles de Jamaat-e-Islami para orquestar el cambio de régimen.
Si bien estas acusaciones no han sido respaldadas por pruebas concretas, plantean interrogantes sobre la dinámica geopolítica en juego. No se puede ignorar la posibilidad de que Pakistán y China busquen fortalecer sus vínculos con Bangladesh a expensas de la influencia de la India en la región.
Especialmente durante el gobierno de Hasina, la relación de Bangladesh con la India se mantuvo fuerte, lo que Pakistán percibió como un socavamiento de sus intereses regionales. Sin embargo, con la partida de Hasina, es probable que la dinámica del panorama político del país cambie.
La destitución de un político sensible a los intereses comerciales y de seguridad de la India en Bangladesh es un duro golpe para Nueva Delhi. Si bien la India disfruta de buenas relaciones con el partido Liga Awami de Hasina y su liderazgo, no tiene una relación comparable con otros partidos políticos como el BNP y su antiguo aliado Jamaat-e-Islami.
Por otro lado, la relación entre Pakistán y Bangladesh siguió siendo en gran medida formal bajo el gobierno de Hasina, ya que Islamabad consideraba que los estrechos vínculos de Dhaka con Nueva Delhi socavaban sus intereses. El régimen de Hasina utilizó regularmente retórica antipaquistaní para reprimir las protestas, etiquetando a los manifestantes como “Suscribir.“En Bangladesh, la palabra ‘Razakar’ se considera un insulto, ya que se refiere a las personas que apoyaron las operaciones militares de Pakistán para aplastar el movimiento por la libertad en Bangladesh en 1971. Los intentos de Hasina de vincular las manifestaciones con Pakistán para desacreditar a los manifestantes no sólo provocaron indignación sino que también se convirtieron en un grito de guerra para la oposición masiva a su régimen.
Con la toma de posesión del nuevo gobierno en Dhaka, Islamabad puede estar interesado en restablecer los lazos con Bangladesh y reducir la influencia de la India en el país. Es de destacar que Pakistán no ha olvidado el papel que supuestamente desempeñó la India en la secesión de Pakistán Oriental en 1971, que condujo a la creación del Estado independiente de Bangladesh.
La primera declaración oficial de Pakistán después del derrocamiento de Hasina muestra que no hubo entendimiento mutuo entre las dos partes. Después del derrocamiento de Hasina, Pakistán expresó su solidaridad con el pueblo de Bangladesh y dijo que «el espíritu firme y la unidad del pueblo de Bangladesh los llevarán a un futuro armonioso». Los funcionarios paquistaníes también elogiaron la “determinación y resistencia de los manifestantes al enfrentarse al régimen anterior plagado de corrupción”.
Está claro que Pakistán quiere utilizar el cambio de régimen en Bangladesh para revitalizar sus relaciones bilaterales y potencialmente reposicionarse en la región para hacer retroceder la influencia de la India. Sin embargo, los futuros partidos en Bangladesh probablemente querrán evitar la impresión de estar apoyados por un país u otro, lo que significa que Pakistán tendrá que abordar la situación con cautela.
La narrativa antipaquistaní del gobierno saliente de Bangladesh puede estar decayendo. Esto brinda una oportunidad para que Pakistán ofrezca relaciones bilaterales productivas y oportunidades de crecimiento mutuo.
Pakistán debe actuar con cuidado, ya que las recientes protestas en Bangladesh se debieron principalmente a factores internos y no externos. Por tanto, las referencias a la independencia de Bangladesh en 1971 durante las protestas no significaron que el pueblo de Bangladesh fuera más positivo hacia Pakistán. Más bien, querían decir que los manifestantes despreciaban a su propio gobierno al atacarlo con comentarios despectivos, echando más leña al fuego.
A medida que el polvo se asiente en Bangladesh, la comunidad internacional observará de cerca qué dirección toma el país bajo el gobierno interino y el posible realineamiento de las alianzas regionales. Pakistán, como muchos otros países de la región, observará de cerca qué oportunidades pueden ofrecerle el nuevo régimen y el panorama político.
Sin embargo, el impacto de los acontecimientos recientes tendrá consecuencias de largo alcance para la estabilidad y la dinámica geopolítica del sur de Asia, incluido el conflicto entre Pakistán e India.