El abrupto cierre del negocio minorista en línea de TikTok en Indonesia la semana pasada para cumplir con la prohibición gubernamental del comercio electrónico en las redes sociales asestó un duro golpe a su negocio de comercio electrónico de rápido crecimiento. En esta situación, los gobiernos no eligen a los perdedores; los perdedores dictan las políticas, ya que las empresas en decadencia a menudo buscan proteger sus ganancias restantes.
Apenas una semana antes de que se anunciara la prohibición, Tanah Abang, el enorme mercado mayorista de Yakarta, quedó bajo control del gobierno. Los vendedores locales dijeron a los funcionarios del gobierno que estaban perdiendo ganancias y que las pérdidas aumentaban a más del 50 por ciento debido a productos importados significativamente más baratos que estaban fácilmente disponibles en línea.
Se han formulado acusaciones contra TikTok Shop, la plataforma de comercio electrónico de la red social china, por su presunto papel en este terrible escenario. Los funcionarios del gobierno afirmaron que los “precios predatorios” habían causado un daño significativo a las pequeñas y medianas empresas locales. Después de anunciar la prohibición, TikTok Indonesia lamentó el impacto que tendría en millones de vendedores de TikTok Shop, aunque prometió cumplir con la orden. Pero la prohibición plantea dudas sobre el momento y las motivaciones del gobierno, así como el probable impacto en las empresas locales.
La revisión gubernamental del Reglamento Comercial n.º 50/2020 creó una marcada separación entre las redes sociales y el comercio social, que formó la base legal para la prohibición, reservando este último exclusivamente a la publicidad de bienes y servicios. Pero si el objetivo del gobierno con esta regulación era revivir mercados tradicionales como Tanah Abang, enfrenta un desafío enorme.
La pandemia de COVID-19 ha cambiado los hábitos de los consumidores y las compras en línea llegaron para quedarse, ya sea directamente en las principales plataformas de comercio electrónico o mediante interacciones directas en las redes sociales con los vendedores. Como resultado, esta prohibición podría asestar un golpe a las pequeñas y medianas empresas (PYME) que dependen de las redes sociales para publicidad y ventas, al tiempo que permitiría a los grandes operadores de comercio electrónico como Lazada seguir obteniendo grandes ganancias vendiendo importaciones baratas.
La prohibición refleja un patrón en Indonesia de sectores en problemas que presionan para que el gobierno intervenga para proteger sus intereses. En respuesta a la presión y para mantener la situación bajo control, introdujo la prohibición para frenar la competencia y apoyar a las empresas tradicionales. Muestra así cómo los “perdedores” pueden influir en la política gubernamental en un entorno de mercado dinámico.
La prohibición del gobierno llegó con nuevas reglas que restringen a los minoristas extranjeros vender artículos de más de $100 en plataformas tradicionales de comercio electrónico y redes sociales. Desde entonces, los consumidores han recurrido a las redes sociales para expresar su deseo de realizar compras en línea asequibles.
No hay duda de que el gobierno ha estado bajo intensa presión para tomar una decisión sobre el tema antes de las elecciones del próximo año, y nada se vende mejor que el nacionalismo económico respaldado por suficiente apoyo empresarial. También es cierto que la prohibición de Indonesia coincide con un aumento de las medidas proteccionistas en todo el mundo. En Estados Unidos, el gobierno busca aumentar la autosuficiencia y reducir la dependencia de las importaciones extranjeras en industrias clave como vehículos eléctricos, semiconductores, acero y aluminio. La política de “doble circulación” de China y la iniciativa de “Autonomía Estratégica Abierta” de la Unión Europea también ponen en primer plano los intereses económicos propios.
Pero Indonesia todavía necesita aumentar la competitividad de sus productos para tener éxito tanto en el mercado nacional como en el internacional. Esto significa producir productos de alta calidad que cumplan con los estándares globales y al mismo tiempo garanticen precios competitivos.
La actitud de autoprotección de Indonesia y su aversión a la influencia extranjera pueden obstaculizar el progreso. Las narrativas dominantes, como la antiimportación, la propiedad extranjera y la protección de los productos nacionales, son obstáculos. Para tener éxito en el sector empresarial, es fundamental superar el miedo a la influencia económica extranjera. El gobierno da la bienvenida a la competencia en lugar de rechazarla.
Un ejemplo del impacto negativo del miedo a la competencia es la limitada integración económica global de Indonesia. En contraste, consideremos Vietnam, un país del Sudeste Asiático con una relación comercio/PIB del 200 por ciento, que adopta un enfoque mucho más abierto. En contraste, la participación de Indonesia es de un magro 35 por ciento, lo que refleja su posición menos integrada en la economía global.
Una vez más, la postura proteccionista del gobierno indonesio podría tener impactos negativos de gran alcance, empezando por posibles daños a las empresas tecnológicas extranjeras, lo que a su vez podría enviar señales desfavorables a los inversores extranjeros y, en última instancia, afectar el clima de inversión de Indonesia.
Si bien proteger a las pymes es fundamental, el crecimiento económico sostenible de Indonesia requiere un enfoque más dinámico que combine la protección con la adaptación digital. La necesidad del gobierno es formular regulaciones sensatas que brinden igualdad de oportunidades a todos los participantes del mercado.
Y las PYMES tienen que afrontar el cambio. Para mejorar su competitividad, el gobierno puede tomar medidas para financiar grupos de PYME, ampliar el financiamiento a bajo interés, mejorar la infraestructura y ofrecer sólidas iniciativas de capacitación. Rehuir la competencia no beneficiará a la economía ni al pueblo indonesio en el largo plazo.