Ya es una realidad inaceptable que China y Estados Unidos se consideren sus mayores rivales marítimos. China cree que Estados Unidos está reforzando su contención de China en el mar: interviniendo en Taiwán, el Mar de China Meridional y otras partes de la periferia marítima de China. Mientras tanto, Estados Unidos cree que China busca dominar el Pacífico occidental y cambiar el orden marítimo del mundo entero.
Sin duda, ambas partes exageraron las capacidades e intenciones del otro. Sin embargo, tales exageraciones y malentendidos difícilmente pueden desactivarse realmente en el contexto de la competencia chino-estadounidense. Afortunadamente, ambas partes han enfatizado claramente la necesidad de evitar la guerra. Estratégicamente, las intenciones de ambos bandos son claras: competencia, pero no guerra.
Sin embargo, las guerras y los conflictos a menudo ocurren inesperadamente, y la posibilidad de una escalada accidental del conflicto entre China y Estados Unidos es real.
Los encuentros aéreos y marítimos entre los dos ejércitos ocurren más de 10 veces al día y miles de veces al año en las aguas circundantes de China, incluidos los mares de China Meridional y Oriental. No se puede negar que lo que está en juego aumenta considerablemente a medida que aumentan el número y la intensidad de los encuentros.
Además, innovaciones recientes como las armas cibernéticas, las armas antisatélite, los misiles hipersónicos, los misiles antibuque de largo alcance, las computadoras cuánticas y la inteligencia artificial han aumentado significativamente la incertidumbre. Los sistemas militares marítimos se han vuelto tan complejos que las fronteras entre tierra, mar, aire, espacio y ciberespacio se están desdibujando. El uso de sistemas no tripulados y armas autónomas también afecta las limitaciones políticas y morales sobre el uso de la fuerza militar, lo que puede reducir el umbral para un conflicto militar.
La gestión de la competencia militar entre China y Estados Unidos implica cuestiones tanto estratégicas como operativas y, por lo tanto, debe coordinarse. Las principales cuestiones estratégicas son hasta qué punto China y Estados Unidos pueden aceptar la presencia de poder del otro y si ambos países pueden coexistir pacíficamente. La principal cuestión a nivel operativo es si los dos países pueden considerar establecer un conjunto de códigos de conducta eficaces para el transporte marítimo y aéreo en diferentes entornos geográficos, culturas estratégicas y modelos de toma de decisiones.
Dado que la mayoría de los encuentros aéreos y marítimos tienen lugar en aguas cercanas a China y no a Estados Unidos, Washington debe abordar adecuadamente las preocupaciones de Beijing sobre la soberanía y la seguridad nacional en lugar de culpar a China por no aplicar mecanismos de gestión de crisis. Desde la perspectiva de Beijing, desarrollar un código de conducta chino-estadounidense para encuentros militares sería similar a colocar vehículos veloces, lo que permitiría efectivamente a Washington gestionar los riesgos de sus operaciones militares en la región alrededor de China.
Para salir del estancamiento, la construcción de una gestión eficaz de crisis entre los dos ejércitos podría comenzar en alta mar sin oposición para minimizar las perturbaciones derivadas de cuestiones de soberanía y seguridad nacional. Esta es la conclusión a la que se llegó en varias reuniones de expertos entre China y Estados Unidos en los últimos años.
El derecho internacional existente, incluida la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), es vago y contiene pocas disposiciones relevantes sobre operaciones militares en tiempo de paz en el mar y en el aire. Ya existen numerosas normas internacionales y acuerdos bilaterales para asegurar la comunicación entre los dos ejércitos. En caso de un incidente involuntario, es fácil para ambas partes realizar una comunicación de emergencia. Existe una línea directa entre los dos presidentes y los comandantes en jefe de las respectivas fuerzas armadas.
Sin embargo, no existen canales de comunicación institucionalizados en los niveles directivos intermedios, por ejemplo entre flotas, comandos operativos y departamentos de personal. En una crisis, los comandantes de todos los niveles rápidamente se verían involucrados. Por lo tanto, ambas partes necesitan establecer mecanismos de comunicación efectivos en diferentes niveles de las unidades de la sede correspondientes.
Si hay suficiente práctica y confianza entre los ejércitos chino y estadounidense en alta mar, podemos contar con ellos para desarrollar mecanismos apropiados de gestión de crisis para las áreas más complejas del Mar de China Meridional, el Mar de China Oriental y el Estrecho de Taiwán.
En una serie de artículos, expertos chinos y estadounidenses quieren poner de relieve los errores de juicio que provocan desconfianza en la inestabilidad cada vez mayor de las relaciones bilaterales. Puedes encontrar toda la serie aquí.