A medida que la junta militar de Myanmar sufre cada vez más bajas sobre el terreno, la narrativa dominante ha pasado de «el ejército es demasiado grande para fracasar» al temor de que Myanmar pueda convertirse en un Estado «fallido» o «fragmentado». Recientemente, muchos analistas, particularmente de fuera de Myanmar, han pintado un panorama sombrío del futuro del país después del conflicto. Sostienen que sin el ejército en el poder, Myanmar corre el riesgo de colapsar y convertirse en un Estado fallido o, en el mejor de los casos, de fragmentarse mucho. Estas opiniones a menudo citan ejemplos como Libia, Liberia, Sierra Leona y Egipto como evidencia de que es poco probable que Myanmar se convierta en un Estado democrático sólido después del derrocamiento de su régimen militar.
Para quienes no están familiarizados con la realidad sobre el terreno, estos argumentos pueden parecer creíbles. Pero si bien las experiencias de otros países pueden proporcionar información valiosa, no necesariamente determinan el futuro de Myanmar. El pueblo de Myanmar y sus fuerzas de resistencia ya han refutado muchas de estas funestas predicciones. Según un informe reciente del Consejo Asesor Especial para Myanmar, que inicialmente luchó sólo con armas simples contra un régimen fuertemente militarizado, estas fuerzas de resistencia pudieron liberar al 67 por ciento de la población del control de la junta en menos de cuatro años. El ejército ahora depende principalmente de los ataques aéreos y ataca cada vez más a los civiles para sembrar el miedo y debilitar el apoyo a la resistencia.
Pero casi cuatro años después del golpe de 2021 y a pesar de la continua brutalidad del régimen, la gran mayoría de la población de Myanmar sigue rechazando el gobierno militar y está más decidida que nunca a derrocar a la junta. Este éxito es evidencia de la cooperación sin precedentes de todas las fuerzas de resistencia, lo que marca un cambio profundo en el panorama político de Myanmar. La estrategia de larga data de la junta de explotar las divisiones étnicas y religiosas está siendo activamente desmantelada por un frente de resistencia unido. Esta coalición diversa, forjada a través de una lucha compartida, está allanando el camino para un Myanmar más inclusivo, federal y democrático. La resiliencia de la resistencia muestra la determinación del pueblo de superar viejas divisiones y construir un futuro democrático.
Si bien los modelos de ciencia política proporcionan marcos útiles, a menudo pasan por alto las dinámicas psicológicas y sociales más profundas en juego. Las comparaciones con países como Libia, Liberia, Sierra Leona y Egipto no tienen en cuenta diferencias clave que sugieren que Myanmar podría estar tomando un camino más positivo.
Myanmar contra Libia:
A diferencia de Libia, donde la recuperación posconflicto requirió la construcción de instituciones nacionales desde cero en un entorno fragmentado, Myanmar tiene una historia de gobernanza semidemocrática y partidos políticos establecidos, entre ellos la Liga Nacional para la Democracia. Myanmar también tiene experiencia con organizaciones armadas étnicas (EAO) que han participado en altos el fuego y negociaciones de paz. Estos factores proporcionan una base para reformar y democratizar las instituciones existentes, en lugar de empezar desde cero como en Libia.
Myanmar vs Liberia:
La guerra civil en Liberia se caracterizó por descontentos étnicos, dominio de las élites y luchas por los recursos, y los actores externos también desempeñaron un papel importante. En contraste, Myanmar se trata principalmente de autodeterminación étnica y resistencia al gobierno militar, con la autonomía política, los derechos humanos y la gobernanza federal en su núcleo. Además, la respuesta internacional a Myanmar ha tendido a centrarse en sanciones y preocupaciones humanitarias, sin una intervención militar regional como en Liberia.
Myanmar vs Egipto:
En Egipto, la sociedad civil jugó un papel en la revolución de 2011, pero ha sido severamente reprimida bajo el gobierno del presidente Sisi desde el golpe de 2013. Por el contrario, la sociedad civil en Myanmar se ha mantenido fuerte y activa, particularmente desde que los militares tomaron el poder en 2021. El Gobierno de Unidad Nacional (NUG), formado por legisladores, activistas y líderes étnicos depuestos, ha surgido como una importante fuerza de oposición desarrollada . A diferencia de Egipto, se espera que la sociedad civil en Myanmar desempeñe un papel importante en la configuración de la gobernanza, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la reconciliación étnica en la era posterior al conflicto.
Myanmar vs Sierra Leona:
La sociedad civil de Sierra Leona fue relativamente débil durante y después de la guerra civil y dependió en gran medida de actores externos para la consolidación de la paz y la reconstrucción. En Myanmar, sin embargo, la sociedad civil es mucho más sólida, especialmente desde el golpe de 2021. Los movimientos democráticos, los grupos activistas y las organizaciones étnicas desempeñaron un papel central en la resistencia al gobierno militar. Es probable que la sociedad civil de Myanmar desempeñe un papel clave en una transición posconflicto, a diferencia de Sierra Leona, donde las fuerzas externas desempeñaron un papel más importante en el proceso de paz.
Es inapropiado utilizar estos ejemplos para predecir el futuro de Myanmar después de la caída de la junta militar. Diferencias significativas en el contexto histórico de Myanmar, la sociedad civil y los movimientos de resistencia apuntan a un desarrollo más optimista. A diferencia de los casos anteriores, la demanda pública de rendición de cuentas en Myanmar es generalizada y se aplica a todos, incluidas las Fuerzas de Defensa del Pueblo, las organizaciones de la sociedad civil y el NUG. También existe una presión creciente sobre la coalición de resistencia para combatir los episodios de violencia en regiones como Sagaing y Tanintharyi.
Los diez años de relativa apertura con su rápido crecimiento económico y educativo sentaron las bases de esta revolución. Además, las instituciones estatales de Myanmar, muchas de las cuales tienen sus raíces en la era colonial británica, han demostrado ser resilientes. Las EAO de larga data también tienen capacidades administrativas que proporcionan una base para la gobernanza a nivel local o estatal en lugar de sembrar el caos.
La igualdad política ha sido un tema de discusión en Myanmar durante más de 70 años, pero hoy es un tema mucho más extendido en todo el país. La propia junta militar es responsable de la crisis actual, ya que inició acciones violentas e innecesarias que provocaron resistencia. Esto es fundamentalmente diferente de los países de la Primavera Árabe, donde los levantamientos fueron más espontáneos.
Si bien Myanmar y su pueblo enfrentan enormes desafíos, hay buenas razones para creer que el país tiene el potencial de convertirse en una nación nueva, federal y democrática.