2024 fue un año lleno de acontecimientos en la ASEAN. La energía limpia experimentó altibajos en toda la región, el turismo y los viajes continuaron su lenta recuperación hasta niveles previos a la pandemia y países como Tailandia implementaron grandes paquetes de estímulo. Sin embargo, cuando miramos hacia 2024 y tratamos de identificar los acontecimientos más notables, una cosa es más importante: el proteccionismo y el nacionalismo económico están en aumento, y no parece que vayan a desaparecer en el corto plazo.
En realidad, esta historia consta de dos partes. La primera es que los estados intentan estimular la producción interna interviniendo directamente en el mercado a través de políticas fiscales y tributarias. Tailandia ha sido bastante activa aquí, ofreciendo generosos subsidios para los consumidores que compran vehículos eléctricos, así como condiciones atractivas para las empresas extranjeras que invierten en la producción local de vehículos eléctricos. De hecho, la política ha tenido tanto éxito que el mercado tailandés ahora corre el riesgo de sobresaturarse con vehículos eléctricos, principalmente de empresas chinas.
La segunda razón es el mayor uso de herramientas comerciales como aranceles y prohibiciones para proteger las industrias nacionales y socavar a los competidores extranjeros en la industrialización. Este año hemos visto un aumento de este tipo de proteccionismo, con Indonesia a la cabeza. En 2024, la prohibición de las exportaciones de mineral de níquel para promover la industrialización posterior continuó a buen ritmo, y el Estado ahora busca adquirir una propiedad más directa de las fundiciones de níquel.
Indonesia también ha utilizado agresivamente el acceso al mercado para buscar mejores condiciones comerciales y de inversión de socios extranjeros. El Ministerio de Comercio bloquea la entrada del último iPhone en el mercado indonesio a menos que Apple haga concesiones en sus compromisos de inversión. Las plataformas de comercio electrónico chinas han recibido el mismo trato, y los reguladores indonesios mantienen fuera del mercado a los minoristas de bajo costo como Temu. Vietnam también prohibió Temu hace unas semanas, lo que demuestra que el uso del comercio y el acceso al mercado de esta manera se está normalizando cada vez más en la región.
Evidentemente, este no es un fenómeno exclusivo del sudeste asiático. Estados Unidos está aplicando su propia política industrial con el CHIPS y la Ley de Reducción de la Inflación. La reelección de Donald Trump debería disipar cualquier duda de que la dirección general de la política estadounidense se centra ahora en los intereses internos a expensas de un sistema de comercio global libre y abierto. Y China claramente ha estado utilizando diversas palancas de política comercial e industrial para impulsar el crecimiento económico durante muchos años, más recientemente con el objetivo de impulsar la producción para compensar la debilidad en otros sectores.
El creciente proteccionismo y nacionalismo económico en el sudeste asiático debe verse como una respuesta a esta tendencia global más amplia. Tanto en Indonesia como en Vietnam, por ejemplo, la justificación para prohibir Temu es que los bienes de consumo chinos llegan al mercado a precios tan bajos que las empresas locales no pueden competir. Al prohibir el Temu, Indonesia y Vietnam declaran que ya no absorberán el exceso de producción china a expensas de los intereses económicos internos. El mensaje es claro: las empresas y los consumidores locales son una prioridad y el estado utilizará una amplia gama de herramientas para protegerlos.
El nacionalismo económico no es una tendencia nueva. Indonesia y otros países de la región han estado avanzando hacia una mayor intervención gubernamental en los mercados en los últimos años, particularmente cuando se trata de materias primas, recursos naturales e industrias estratégicas. Cada vez es más evidente que la economía global y la región están avanzando hacia un enfoque del desarrollo económico más puramente transaccional y orientado hacia adentro.
Sin embargo, todavía hay comentaristas que sostienen que el Sudeste Asiático sigue fundamentalmente comprometido con el libre comercio y que el ascenso del nacionalismo económico es sólo temporal. Es cierto que los países de la región están abiertos al comercio y la inversión cuando conviene a sus objetivos, pero también es cierto que están dispuestos a intervenir en los mercados por la fuerza si es necesario si creen que es de interés nacional. 2024 es, en mi opinión, el año en el que esta realidad se volvió imposible de ignorar, y por eso creo que fue la historia más importante del año pasado.