La decisión de la administración Biden de imponer aranceles de hasta el 100 por ciento a los vehículos eléctricos (EV) chinos marca un momento crucial en las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos. Esta maniobra tiene como objetivo proteger la incipiente industria de vehículos eléctricos de Estados Unidos de la afluencia de importaciones chinas más baratas, una postura que resuena fuertemente entre los votantes en un año electoral. Sin embargo, el impacto económico inmediato de estos aranceles puede ser limitado.
Los vehículos eléctricos chinos representan actualmente menos del 2 por ciento del mercado estadounidense, una cifra suprimida por los aranceles existentes y los difíciles obstáculos regulatorios. Además, muchas empresas chinas han sorteado estos obstáculos trasladando la producción al sudeste asiático, debilitando la eficacia de los nuevos aranceles. Esto subraya el impacto directo, en gran medida simbólico, de estas medidas.
Aunque los aranceles pueden proporcionar un alivio temporal al proteger a las industrias nacionales de la competencia extranjera, no abordan los problemas estructurales más profundos que socavan la competitividad a largo plazo. El objetivo de la administración Biden es claro: quiere darle a la industria de vehículos eléctricos de EE. UU. un respiro de las importaciones de menor costo y brindar a los fabricantes estadounidenses la oportunidad de expandirse, innovar y reducir costos. Sin embargo, una estrategia basada únicamente en aranceles es fundamentalmente inadecuada.
Para competir verdaderamente con China, Estados Unidos debe dejar de esconderse detrás de la endeble excusa de que China está violando las reglas comerciales al lanzar productos baratos o exportar un exceso de capacidad. En cambio, Washington debería reconocer que las políticas industriales de largo plazo de Beijing destinadas a promover tecnologías emergentes y estratégicamente importantes ofrecen lecciones valiosas. Al examinar el enfoque de China, Estados Unidos puede emular sus éxitos y al mismo tiempo evitar errores. Al aprovechar sus propias fortalezas tecnológicas y financieras, Estados Unidos no sólo puede igualar sino superar el éxito de China.
Contrariamente a la creencia de que China está inundando el mercado con vehículos eléctricos artificialmente baratos, su ventaja de precios se basa en una competitividad real. Este es el resultado de una estrategia industrial cuidadosamente diseñada que combina proteccionismo, una importante inversión gubernamental en investigación y desarrollo y cadenas de suministro sólidas. Además, China promueve una competencia feroz entre los gobiernos y empresas provinciales y locales y pone gran énfasis en la educación STEM para cultivar el talento necesario para la modernización industrial.
Un elemento central del éxito de China es su política industrial coherente y con visión de futuro, que Estados Unidos ha descuidado en gran medida en las últimas décadas. El gobierno chino subsidia fuertemente tanto la oferta como la demanda del mercado de vehículos eléctricos, lo que hace que las compras de vehículos eléctricos sean financieramente atractivas para los consumidores y al mismo tiempo ayuda a los fabricantes a escalar la producción. Estos subsidios se ven reforzados por regulaciones estrictas que favorecen la producción nacional, asegurando que los fabricantes nacionales se beneficien de una competencia reducida de las empresas extranjeras. Este marco político integral ha impulsado el rápido crecimiento de China en el sector de vehículos eléctricos, pero es sólo un aspecto del éxito de China.
Quizás lo más importante es que China ha fomentado una feroz competencia interna entre sus fabricantes de vehículos eléctricos. Se anima a las empresas a innovar y superarse unas a otras, lo que se traduce en rápidos avances en la tecnología de los vehículos eléctricos y importantes reducciones de costes. Además, el enfoque del gobierno en el ecosistema de fabricación y no solo en el producto final del vehículo eléctrico ha llevado al desarrollo estratégico de una cadena de suministro nacional sólida. Esto garantiza que los componentes críticos, como baterías y sistemas electrónicos, se fabriquen localmente, lo que reduce la dependencia de proveedores extranjeros y reduce los costos. Esta competencia interna, junto con un amplio apoyo gubernamental, ha convertido a China en el mercado de vehículos eléctricos más grande del mundo y en un líder en tecnología adyacente a los vehículos eléctricos.
Sin embargo, Estados Unidos también debe tener en cuenta los errores de China. La agresiva competencia por la reducción de precios en China ha llevado a márgenes de ganancia reducidos y ha creado una industria altamente competitiva pero financieramente tensa. Además, el débil consumo interno y el consiguiente impulso exportador de vehículos eléctricos chinos han provocado tensiones comerciales y vulnerabilidad política. Los generosos subsidios a largo plazo sin una estrategia de salida clara han distorsionado los incentivos del mercado, generando ineficiencias y una dependencia insostenible del apoyo gubernamental.
Para emular el éxito de China y al mismo tiempo evitar sus dificultades, Estados Unidos debe aplicar una estrategia integral similar que vaya más allá de los aranceles. Esta estrategia debería incluir una financiación gubernamental significativa para la investigación y el desarrollo en áreas clave como la tecnología de baterías, sistemas de propulsión eléctricos y materiales ligeros. Al fomentar la innovación en estos sectores críticos, Estados Unidos puede obtener la ventaja tecnológica necesaria para la competitividad global. Sin embargo, a diferencia de China, los subsidios estadounidenses deben calibrarse cuidadosamente y eliminarse gradualmente para evitar distorsiones del mercado y una dependencia excesiva del apoyo gubernamental. La creación de un mercado autosostenible mediante incentivos inteligentes garantizará la rentabilidad a largo plazo.
Los incentivos financieros tanto para los productores como para los consumidores son esenciales. La ampliación de los créditos fiscales y los subsidios para las empresas que invierten en tecnologías de vehículos eléctricos impulsará la producción nacional. Mejores incentivos para el consumidor, tales como: Otras medidas, como las devoluciones de impuestos a la compra de vehículos eléctricos, impulsarán la demanda y crearán un mercado interno sólido. Este enfoque dual garantiza que la oferta y la demanda crezcan en paralelo, promoviendo un ecosistema de mercado sostenible. Al diseñar estos incentivos para que disminuyan gradualmente a medida que el mercado madura, Estados Unidos puede evitar las ineficiencias observadas en el modelo chino dependiente de los subsidios.
Las inversiones en infraestructura son otro pilar importante. Estados Unidos debe comprometerse a construir una red integral de estaciones de carga de vehículos eléctricos para abordar una de las barreras clave para la adopción generalizada de vehículos eléctricos: la ansiedad por el alcance. La estandarización de esta infraestructura para garantizar la compatibilidad entre diferentes modelos de vehículos eléctricos facilitará aún más la adopción y respaldará el crecimiento de la industria. Este desarrollo debería ir acompañado de reformas regulatorias destinadas a reducir las barreras de entrada para nuevos actores, particularmente en el sector automotriz. Revisar las obsoletas leyes de franquicias de concesionarios que limitan las ventas directas de vehículos a los consumidores puede promover la competencia y la innovación.
Además de estas estrategias básicas, la promoción de empresas conjuntas con empresas internacionales puede acelerar la transferencia de tecnología y la innovación, permitiendo a las empresas estadounidenses aprovechar la experiencia de vanguardia e integrar las mejores prácticas globales. Al mismo tiempo, renovar los programas de inmigración para atraer a los mejores talentos STEM garantizará un flujo constante de nuevas ideas y habilidades, fortaleciendo tanto el sector de los vehículos eléctricos como el panorama tecnológico más amplio. Además, los mecanismos de financiación innovadores, como los bonos verdes y las asociaciones público-privadas, pueden financiar grandes proyectos de infraestructura e iniciativas de I+D, movilizar capital privado para beneficio público y fomentar inversiones de capital de riesgo y de capital privado para llevar nuevas tecnologías al mercado.
A pesar de estos desafíos, Estados Unidos tiene fortalezas únicas que le permiten liderar el mercado mundial de vehículos eléctricos. La ventaja tecnológica del país no tiene paralelo y Silicon Valley sirve como centro para la innovación de vanguardia. Estados Unidos también se beneficia de mercados de capital sólidos capaces de proporcionar los fondos necesarios para escalar nuevas tecnologías e industrias. Además, la cultura automovilística de Estados Unidos, impregnada de una larga relación de amor con los automóviles, ofrece un mercado preparado para la innovación automotriz. El espíritu del capitalismo de libre mercado fomenta el emprendimiento y la competencia empresarial e impulsa la mejora y la eficiencia continuas. Si se aprovechan de manera efectiva, estas fortalezas pueden colocar a Estados Unidos a la vanguardia de la revolución de los vehículos eléctricos.