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Un año después de la aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, el gobierno británico está desarrollando un «Plan de Fabricación Avanzada». Los detalles son incompletos, pero es sólo la última de una nueva ola de medidas de política industrial tras el paquete de estímulo multimillonario de Estados Unidos, que afecta a sectores que van desde los vehículos eléctricos hasta la producción de hidrógeno verde.
Ya se están construyendo nuevas fábricas en todo Estados Unidos. Pero la escala de la intervención gubernamental, combinada con las regulaciones que favorecen la producción nacional, deja a la mayoría de los economistas escépticos sobre el impacto a largo plazo. Intentar replicar las cadenas globales de suministro ecológico, tecnológico y de baterías en casa es un gran desafío. Desplazar la producción hacia donde se puede realizar de manera más eficiente es un desperdicio y aumenta los costos. También invita a represalias.
Desarrollar una política industrial, especialmente en una era de fragmentación geopolítica, es muy complejo. Pero a medida que más y más gobiernos buscan emular y responder al IRA, hay algunos principios a tener en cuenta.
En primer lugar, cualquier estrategia económica debería centrarse en crear un entorno empresarial acogedor que fomente la competencia. Esto permite desarrollar las fortalezas existentes. Es importante invertir en infraestructura moderna, desarrollar un sistema educativo eficaz y diseñar políticas de inmigración que atraigan talento global. Mientras tanto, la apertura al comercio, un entorno político estable a largo plazo y una burocracia mínima respaldarán las decisiones de inversión y ayudarán a las industrias a alcanzar la grandeza. Actualmente, el IRA se enfrenta a una escasez de trabajadores cualificados y a grandes retrasos en la planificación.
Además, en algunos casos debería considerarse la posibilidad de prestar apoyo específico. Primero, desarrollar capacidades esenciales para la seguridad nacional, como la defensa, y garantizar el suministro de materiales críticos. Y segundo, combatir las fallas del mercado. Por ejemplo, la infraestructura renovable podría necesitar luz verde si el sector privado no está seguro de la demanda futura, pero los largos plazos de entrega significan que los preparativos deben comenzar ahora.
Las intervenciones específicas no deberían apuntar a restaurar cadenas de suministro globales enteras en el país, sino a afianzarse en estos sectores estratégicos claramente definidos. Esto ayuda a frenar el gasto innecesario y las acusaciones de prácticas comerciales desleales. El apoyo temporal también es importante. De hecho, los últimos pronósticos muestran que los créditos fiscales perpetuos del IRA podrían superar el billón de dólares.
El tipo de instrumento de política utilizado debe adaptarse al problema que se intenta abordar. Por ejemplo, los proyectos de energía verde reciben seguridad gracias a un precio de mercado garantizado, y las asociaciones público-privadas ayudan a reducir el riesgo de proyectos de fábricas de baterías o semiconductores que de otro modo no serían rentables y que no tienen base. Mientras tanto, los incentivos financieros, como los créditos fiscales, pueden desempeñar un papel importante a la hora de fomentar la transferencia de recursos de industrias de baja productividad a industrias de mayor productividad. De hecho, son más rentables y menos distorsionantes cuando se aplican en todas las industrias para fomentar la inversión en capacitación, I+D y maquinaria, y la adopción de tecnologías existentes.
Por encima de todo, la política industrial no debería excluir la competencia. Durante décadas, la globalización ha impulsado el crecimiento de la productividad basado en cadenas de suministro internacionales vinculadas por especializaciones nacionales. Pero las medidas proteccionistas, incluidas las normas de contenido local del IRA, socavan esto al mimar la producción nacional y desencadenar contramedidas. Friendshoring, o libre comercio entre aliados, ofrece una alternativa al comercio con estados maliciosos.
Abordar los desafíos del cambio climático, el cambio tecnológico y la geopolítica inestable requiere intervenciones específicas y bien diseñadas por parte de los gobiernos nacionales. Pero a medida que los líderes optan cada vez más por ignorar los mercados libres y el comercio abierto, les resulta aún más difícil lograr sus objetivos.