A 15 de octubreLas autoridades españolas anunciaron la detención de cuatro personas vinculadas a una red comercial que conspiraba para evadir las sanciones contra Rusia mediante el transporte de productos químicos a través de España utilizando empresas fachada en Armenia y Kirguistán, para disfrazar el destino final.
En un esfuerzo conjuntoLa Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria incautaron 13.000 kilos de productos químicos en el puerto de Barcelona y practicaron cuatro detenciones en Girona y Barcelona el 8 de octubre.
En un comunicado de prensa, la Policía Nacional de España dijo que su investigación comenzó en 2022, cuando las sanciones impuestas a Rusia «comenzaron a limitar la influencia del país sobre los materiales y tecnologías que apoyan su esfuerzo bélico».
Se dice que una empresa que, según las autoridades españolas, estaba dirigida por ciudadanos rusos, desarrolló un “sistema de triangulación comercial, logística y económica destinado a suministrar ilegalmente productos químicos a Rusia”. Según los investigadores, estos productos químicos son “posibles precursores de armas químicas o agentes nerviosos…”
La empresa española supuestamente tenía una filial en Moscú que era el verdadero destinatario final de los productos químicos, pero el “destino final fue ocultado por una serie de empresas fachada en países como Armenia y Kirguistán”. Estas empresas intermedias no eran en ningún caso las mismas. Los destinatarios de las mercancías fueron desviados por tierra a la Federación de Rusia”.
Como Robin Brooks explica esto en un informe reciente para la Brookings Institutiony otros analistas han señalado en otros lugares que desde la invasión rusa a gran escala de Ucrania en 2022, los países de Asia Central y el Cáucaso han experimentado un aumento de las exportaciones «tan grande que es imposible igualar la demanda interna de estos países». Aunque sigue siendo difícil de demostrar, “parece muy probable que este auge de las exportaciones se deba al movimiento de mercancías hacia Rusia”.
Como explicó Brooks:
Una señal reveladora del cambio es que un país como Alemania reporta exportaciones que exceden con creces lo que Kirguistán reporta como importaciones desde Alemania. Este tipo de divergencia sugiere que los exportadores alemanes facturan sus productos como si fueran a Kirguistán, pero en realidad nunca llegan allí.
Aunque las autoridades españolas no explicaron el plan en detalle, la «facturación errónea» descrita por Brooks puede haber involucrado a la empresa española operada por Rusia que exportaba bienes a Rusia por tierra mientras los enviaba como si fueran enviados a empresas fantasma en Armenia y Kirguistán exportados. El comercio era legal sobre el papel, pero los bienes no terminaron donde decían los documentos.
De los informes existentes no queda claro si, en todo caso, ciudadanos kirguises estuvieron involucrados en el plan, pero este caso muestra una vez más cómo los países de Asia Central y el Cáucaso están siendo utilizados para facilitar la transferencia de bienes sancionados a Rusia.