El Tribunal Constitucional de Indonesia confirmó ayer el requisito de edad mínima para los candidatos presidenciales y vicepresidentes, aunque hizo una excepción para aquellos que ocuparon o fueron elegidos para puestos de liderazgo regional. La decisión allana el camino para que el hijo del presidente saliente Joko «Jokowi» Widodo se presente como candidato a vicepresidente en las elecciones del próximo año, y reaviva el malestar por el predominio de las dinastías políticas en la política indonesia.
El fallo judicial, por una mayoría de 6 a 2, confirmó la edad mínima actual de 40 años, pero dictaminó que los candidatos menores de la edad requerida podrían buscar la presidencia o vicepresidencia en las elecciones del próximo año siempre que hayan ocupado previamente un cargo regional electo.
Esto dio luz verde al hijo de Jokowi, Gibran Rakabuming Raka, actualmente de 36 años y alcalde de Surakarta, para postularse como vicepresidente en las elecciones de 2024. Aunque Gibran no ha expresado interés público en postularse, los partidarios políticos, particularmente del partido Gerindra de Prabowo Subianto, están presionando para que se convierta en el candidato de Prabowo para la candidatura.
Al crear un posible vacío legal para Gibran, la decisión del tribunal plantea nuevas preocupaciones sobre el enorme papel desempeñado por las dinastías políticas en un país donde los principios democráticos aún se están desarrollando. Como dijo a Reuters Bivitri Susanti, de la Facultad de Derecho Jentera de Indonesia, el fallo «ha legalizado en cierto modo la política dinástica en Indonesia».
Al abrir la puerta a candidatos más jóvenes con experiencia política, la decisión del Tribunal Constitucional ciertamente brinda una oportunidad para que nuevos talentos y perspectivas diversas ingresen al panorama político. Pero es preocupante la posibilidad de que esto pueda concentrar aún más el poder entre una minoría selecta de políticos.
Para empeorar las cosas, el segundo hijo de Jokowi entró recientemente en la política. El mes pasado, Kaesang Pangarep fue nombrado líder del Partido Solidaridad Indonesio, orientado a los jóvenes, a pesar de no tener experiencia política. Este acontecimiento plantea dudas sobre los objetivos del presidente saliente a medida que se acerca el final de su segundo mandato. ¿Es este un intento de establecer una dinastía familiar dentro de la política indonesia, o significa una intención más profunda de mejorar el panorama político del país?
Indonesia ha recorrido un largo camino hacia la democracia desde la caída del régimen autoritario de Suharto en 1998. Sin embargo, el panorama político sigue dominado por las élites establecidas. El rechazo del tribunal a la solicitud de reducir la edad mínima de los candidatos presidenciales a 35 años confirmó que la experiencia importa y no debe ignorarse en favor de la juventud. Pero el vacío legal que permitió a líderes regionales electos más jóvenes postularse para presidente ha puesto de relieve la tensión entre los principios democráticos y la consolidación de poderosas dinastías familiares.
Las preocupaciones sobre las dinastías políticas en Indonesia están bien fundadas. Desde la caída de Suharto, la política del país ha estado dominada por un pequeño número de familias políticas poderosas. La historia muestra que la presencia de dinastías políticas va acompañada de nepotismo y concentraciones de poder insanas. En un país diverso y poblado como Indonesia, es importante garantizar que la representación política refleje la demografía y los intereses del país y no esté dominada por unos pocos individuos o familias.
La entrada de los hijos de Jokowi en la política subraya esta preocupación y plantea dudas sobre la justicia de la democracia de Indonesia y la inclusión de su sistema político para todos los ciudadanos. También plantea dudas sobre la competencia y preparación de estos individuos, lo que potencialmente pone en peligro los principios democráticos de la meritocracia y la calidad de la gobernanza en Indonesia.
A medida que Jokowi se acerca al final de su segundo mandato, surgen preguntas sobre el creciente papel de su familia en la política. ¿Tiene la intención de construir una dinastía política duradera o cree genuinamente que los miembros de su familia son los más calificados? Esta incertidumbre requiere claridad para mantener la confianza pública en el sistema democrático de Indonesia.
El potencial de las dinastías políticas para afianzarse en Indonesia también resalta la importancia de reformar los partidos políticos. Unos partidos políticos fuertes, transparentes y responsables son esenciales para mantener una democracia sana. Cuando los partidos están impulsados por la ideología y la meritocracia en lugar de las conexiones personales y el nepotismo, se reduce el riesgo de un gobierno dinástico.
En el contexto de Indonesia, la reforma de los partidos es crucial dado el surgimiento de nuevas figuras políticas, particularmente los miembros de la familia de Jokowi, que carecen de la experiencia política y la base ideológica generalmente asociadas con los partidos políticos establecidos. Esta falta de experiencia, junto con la posibilidad de una influencia incontrolada, puede socavar el proceso democrático y la credibilidad del sistema político.
Mientras Indonesia lidia con las complejidades de la sucesión política y la amenaza de un gobierno dinástico, es importante lograr un equilibrio entre la democracia, la meritocracia y la necesidad de impedir la concentración del poder en manos de unos pocos elegidos. Es un recordatorio de que los partidos políticos, las instituciones y los procesos electorales deben reformarse y fortalecerse para garantizar que el sistema democrático siga siendo receptivo, transparente y verdaderamente representativo de los intereses del pueblo.