Del 24 al 29 de julio, el presidente francés, Emmanuel Macron, emprenderá un viaje histórico al corazón del Pacífico Sur. Tras su visita a Nueva Caledonia, será el primer presidente francés en recorrer islas del Pacífico no francesas: Vanuatu y Papúa Nueva Guinea.
Esto ilustra una paradoja para Francia en la región: a pesar de poseer territorios, poseer la zona económica exclusiva más grande de la región y tener dos fuerzas armadas soberanas presentes con más de 2.700 militares, su influencia diplomática en el Pacífico sigue siendo relativamente modesta.
El objetivo de la visita presidencial es restaurar una legitimidad destrozada que ha enfrentado desafíos tanto a nivel nacional debido al surgimiento de movimientos independentistas como a nivel geopolítico debido a la proliferación de programas de cooperación liderados por Estados Unidos sin la participación de Francia.
Restablecimiento de lazos entre París y los territorios franceses del Pacífico
En Nueva Caledonia, Macron intenta restaurar la confianza tras el referéndum de diciembre de 2021, cuya legitimidad ha sido cuestionada por el movimiento independentista. Los independentistas se niegan a participar en las negociaciones para salir del proceso de Matignon y determinar el estatus futuro de la isla. Este estancamiento institucional alimenta las tensiones políticas y pone en duda el compromiso de las autoridades francesas con el proceso de descolonización.
Estas críticas, junto con las quejas relacionadas con las pruebas nucleares de Francia en la Polinesia Francesa entre 1966 y 1996, están contribuyendo a debilitar la posición de Francia en la región. Además, el ascenso al poder del Partido de la Independencia de la Polinesia Francesa a nivel local en mayo de 2023 reavivó el debate sobre una mayor autonomía para Papeete.
Restaurar la confianza requiere un realineamiento de prioridades entre París y sus territorios. Las visitas anteriores de Macron han resaltado una brecha significativa entre las preocupaciones de la autoridad local y la comunidad, que abarcan cuestiones económicas, sociales y ambientales, y el enfoque del presidente en una estrategia integral en el Indo-Pacífico y la vulnerabilidad de esas áreas a los poderes depredadores, incluida China. Por lo tanto, las autoridades francesas deben hacer esfuerzos para implementar su enfoque del Indo-Pacífico a nivel subregional, en estrecha consulta con las comunidades locales elegidas.
Un informe reciente de la Asamblea Territorial de la Polinesia Francesa, en colaboración con Nueva Caledonia y Wallis y Futuna, ha demostrado claramente que el enfoque del Indo-Pacífico, definido únicamente por París, ha causado confusión y frustración, mientras que los territorios están felices de adoptar y adaptar este concepto para defender sus propios intereses. Esto es particularmente importante ya que los gobiernos locales tienen competencias significativas en desarrollo sostenible y en cooperación regional e internacional. Durante la última década, París ha fomentado el desarrollo de una política de vecindad para sus territorios de ultramar, considerándola como una forma de canalizar los intereses franceses dentro de organizaciones regionales como el Foro de las Islas del Pacífico. Por lo tanto, la participación de los territorios de ultramar es crucial para legitimar y anclar la estrategia del Indo-Pacífico sobre el terreno.
A nivel geopolítico, un retorno a un enfoque más pragmático
El anuncio de septiembre de 2021 de AUKUS, la asociación de defensa entre Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos, asestó un duro golpe a las ambiciones francesas en la región, ya que prácticamente anuló un acuerdo de Francia para suministrar submarinos a Australia. AUKUS también expuso las limitaciones y contradicciones del acto de equilibrio francés, tratando de ofrecer una alternativa a las opciones impuestas por la rivalidad chino-estadounidense. De hecho, París carece tanto de la destreza militar como de la influencia diplomática requerida para tal papel.
Esta postura de “equilibrio de poder” en realidad mantiene a Francia en las garras de la rivalidad chino-estadounidense y obstaculiza sus esfuerzos para ejercer influencia, promover sus intereses y construir asociaciones regionales. Francia, por ejemplo, ha optado por no unirse oficialmente a la iniciativa estadounidense Partners in the Blue Pacific con el argumento de que enviaría una señal estratégica negativa a China. Dado que es probable que países como Alemania y Corea del Sur se unan al grupo, Francia corre el riesgo de parecer más aislada que independiente y no ofrecer una alternativa creíble.
En medio de un nuevo juego geopolítico en el Pacífico, Francia aún no tiene una estrategia regional como Estados Unidos, Australia o Reino Unido, a pesar de los intereses soberanos en la región. Macron debería aclarar las prioridades políticas de Francia en esta subregión del Indo-Pacífico y señalar el creciente compromiso de Francia con temas como el cambio climático, la seguridad ambiental y la seguridad marítima, todos los cuales son fundamentales para las naciones insulares del Pacífico.
Francia ya dispone de los instrumentos pertinentes. La Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) es líder en la región en la preservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Su proyecto insignia, la Iniciativa Kiwa, reúne a múltiples donantes para desarrollar la resiliencia ecosistémica y económica frente al desafío climático tanto en el Pacífico francés como en otros países de la región. Socios como India, Japón y Corea del Sur podrían unirse a esta iniciativa, mientras que se planean nuevas inversiones para otros proyectos en los próximos años.
Asimismo, la experiencia y los conocimientos de las fuerzas armadas francesas en la región deben reconocerse y apreciarse mejor. Desde 1992, bajo los Acuerdos de FRANZ, Francia se ha coordinado militarmente con sus socios australianos y neozelandeses para brindar asistencia humanitaria y asistencia durante desastres naturales en la región, como el caso reciente en Tonga. Junto con los Estados Unidos, este grupo forma el «Quad Pacific» y ayuda a las naciones insulares del Pacífico a vigilar sus grandes zonas económicas exclusivas y combatir la sobrepesca. Desde 2021, Francia ha establecido un seminario regional de la Guardia Costera para desarrollar un marco para mejorar la capacidad y la coordinación. Estos mecanismos también podrían extenderse potencialmente a socios legítimos e interesados, como Japón o incluso el Reino Unido.
Finalmente, el Pacífico francés tiene el potencial de convertirse en bastiones europeos en la región, actuando como centros de competencia e innovación, ofreciendo soluciones prácticas para el desarrollo sostenible de las naciones insulares.
Estas direcciones tienen el mérito de equilibrar los intereses soberanos y los intereses de poder y posicionar a Francia como un actor constructivo en el Indo-Pacífico. Las acciones concretas que aborden las necesidades del desarrollo sostenible, la seguridad humana y la seguridad marítima en las naciones insulares del Pacífico tendrán implicaciones geopolíticas significativas, mucho más grandes que una estrategia que a veces puede malinterpretarse.