¿Es una invasión china a Taiwán la guerra de Ucrania del mañana? Los paralelos entre los dos casos, en los que una potencia revisionista está dispuesta a abalanzarse sobre un vecino vulnerable, hacen que éste sea ahora el que muchos temen. De hecho, a veces una invasión china de Taiwán casi se considera una conclusión inevitable, una cuestión de “cuándo” más que de “si”. Las predicciones de una guerra chino-estadounidense por Taiwán en 2025 o 2027 son una práctica común, especialmente en los círculos militares. Al mismo tiempo, otros comentaristas afirman que el riesgo de guerra sigue siendo bajo.
¿Cómo podemos decidir sobre tales afirmaciones? Una respuesta es mirar las previsiones disponibles. En el Centro Nacional Sueco de China hemos hecho exactamente eso un nuevo informe. Por primera vez, hemos creado una visión general de todas las previsiones disponibles sobre un posible conflicto en Taiwán. Encontramos que los resultados contradicen en gran medida la posición alarmista. Los pronósticos estiman consistentemente que el riesgo de un conflicto armado en el Estrecho de Taiwán es bajo.
Los comentaristas alarmistas sobreestiman el riesgo de guerra en al menos tres aspectos importantes.
En primer lugar, a menudo se afirma que China se está preparando deliberadamente para invadir Taiwán. A menudo se considera que una posible fecha para tal invasión es 2027, presumiblemente porque ese año es un hito oficial en los planes de modernización del ejército chino. Pero el año 2027 apenas aparece en las previsiones científicas que examinamos.
En lo que respecta a la modernización militar de China, si bien las previsiones apuntan a un riesgo creciente, se trata principalmente de una cuestión del cambio gradual del equilibrio militar frente a Estados Unidos en la región. Un equilibrio militar más equilibrado significa fundamentalmente un aumento del riesgo, pero este riesgo aumenta a partir de una probabilidad base muy baja. Sigue siendo cierto que China no puede confiar en ganar una guerra con Estados Unidos por Taiwán, manteniendo el riesgo bajo por ahora.
En segundo lugar, dice que China no puede aceptar las instituciones democráticas de Taiwán y que el conflicto sólo podrá evitarse si Estados Unidos y otros aliados aumentan su apoyo explícito a la independencia de Taiwán. Sin embargo, los pronósticos sugieren que el deterioro de las relaciones entre China y Estados Unidos es en sí mismo uno de los mayores factores de riesgo. Las crecientes tensiones sobre Taiwán son el resultado del creciente conflicto entre grandes potencias. Beijing considera a Taiwán como parte de la esfera de influencia de Estados Unidos y sabe que un ataque a Taiwán es un ataque militar a los intereses estadounidenses. Si se mantiene bajo control la rivalidad entre China y Estados Unidos, China tiene poco interés en provocar tal conflicto.
En tercer lugar, la historia del cambiante régimen chino es una narrativa común entre los alarmistas. Nos advierten sobre la postura cada vez más agresiva de China, su creciente «asertividad» y un supuesto alejamiento ideológico de la «apertura» bajo el gobierno de Xi Jinping. En contraste, los pronosticadores están divididos sobre si las intenciones de China hacia Taiwán han cambiado en algún aspecto crucial. Xi Jinping se adhiere estrechamente a la línea tradicional del Partido Comunista de soberanía indiscutible sobre Taiwán, y sus ambiciones internacionales también son heredadas de sus predecesores. La mayor parte de la nueva «asertividad» de China probablemente sea menos una cuestión de cambio ideológico que una cuestión de capacidades crecientes. Se podría concluir que las suposiciones de China sobre la extrema urgencia son erróneas.
Estas son las conclusiones de los pronósticos disponibles y contrastan marcadamente con las alarmantes predicciones del ejército estadounidense y otros actores. Sugieren que las narrativas alarmistas surgen al considerar la creciente amenaza de guerra de forma aislada, sin tener en cuenta la probabilidad de referencia generalmente baja. Los alarmistas también tienden a exagerar mucho el alcance de los cambios internos provocados por Xi Jinping, un factor que parece dudoso al agregar las previsiones.
Incluso si las previsiones disponibles consideran que el riesgo de guerra es bajo, es posible que lo sobreestimen. Esto se debe a que todas estas previsiones se pueden encontrar en obras que tratan de cuestiones militares y actitudes políticas. Pero también son importantes otras cosas. El papel crucial de Taiwán en la industria de los semiconductores es bien conocido, y destruir estas cadenas de suministro le costaría a la economía global billones de dólares cada año. A esto se suman los efectos de la guerra económica, que casi con seguridad conduciría a un ataque de China a Taiwán. La mayoría de las estimaciones concluyen que tales consecuencias afectarían a China aún más que a Occidente. Es difícil imaginar que China no reconozca esto o se niegue a tenerlo en cuenta al sopesar la posibilidad de utilizar la fuerza. Esto debería reducir aún más el nivel generalmente bajo de riesgo estimado en las previsiones que revisamos.
En definitiva, esto sugiere que una combinación de disuasión militar y económica, junto con una relación responsable entre China y Estados Unidos, puede seguir previniendo eficazmente conflictos en el futuro. Lo más importante es que las discusiones sobre un posible conflicto con Taiwán deberían comenzar a partir de una comprensión de la baja probabilidad básica de tal escenario, en lugar de enfoques impulsados por el pánico de “cuándo en lugar de si”.