A medida que se profundizan los vínculos económicos de China con la ASEAN, la región debe gestionar de manera proactiva los riesgos de la dependencia excesiva junto con los beneficios. de aumentar el comercio y la inversión. La importancia económica de China para la ASEAN es innegable. Es el mayor socio comercial de la ASEAN y representa casi el 20 por ciento del comercio total. El año pasado, China aportó un tercio de la inversión extranjera directa de la región en el sector manufacturero.
Una encuesta reciente realizada por el Instituto ISEAS-Yusof Ishak reveló una marcada dicotomía: mientras que casi el 60 por ciento de los expertos del Sudeste Asiático ven a China como la potencia económica dominante en la región, una clara mayoría está preocupada por su creciente influencia. Más de un tercio teme que China pueda utilizar sus instrumentos económicos para tomar medidas punitivas. Estos temores no son infundados, ya que China ha restringido anteriormente las importaciones procedentes de Filipinas y Vietnam durante disputas territoriales.
La terrible experiencia de Lituania pone de relieve que incluso los países con poca dependencia económica de China son vulnerables a sus medidas coercitivas. El Estado báltico enfrentó un virtual embargo comercial por parte de Beijing después de permitir que Taiwán abriera una oficina de representación en Vilnius, lo que China consideró una violación de su principio de una sola China. China bloqueó casi todas las importaciones procedentes de Lituania y presionó a las empresas europeas para que dejaran de utilizar componentes lituanos.
La situación recordaba la experiencia de una importante economía, Australia, cuando se enfrentó a restricciones comerciales chinas por apoyar una investigación sobre los orígenes del Covid-19. La resiliencia económica de Australia y el consenso político interno permitieron al país superar este desafío antes de que China finalmente levantara la mayoría de las medidas.
También en Lituania la crisis reveló inicialmente lagunas en la comunicación y la coordinación. Pero Vilnius se reajustó rápidamente: el país creó una línea directa especial, brindó apoyo financiero a las empresas lituanas afectadas y trabajó con la industria para encontrar mercados alternativos y ajustar las cadenas de suministro.
A pesar de la presión económica, Lituania se mantuvo firme y movilizó a la UE para iniciar procedimientos en la OMC contra China. También recibió apoyo diplomático y económico de Estados Unidos. Taiwán también inició proyectos e inversiones conjuntos con Lituania. Vilna aprovechó la crisis para acelerar la diversificación del comercio, particularmente en el Indo-Pacífico. El ministro de Asuntos Exteriores, Gabrielius Landsbergis, advirtió: “Si eres adicto, debes saber que esto puede convertirse en un arma y muy probablemente lo será algún día”.
El caso de Lituania, que recientemente fue discutido detalladamente en un Informe del Instituto de Políticas de la Sociedad Asiáticaofrece valiosas lecciones para el Sudeste Asiático. En primer lugar, una excesiva dependencia de los vínculos económicos con China puede muy fácilmente darle a Beijing una ventaja geopolítica. Los países deberían evaluar las vulnerabilidades de las industrias dependientes de China e identificar sectores sensibles u otros posibles puntos de presión. Las medidas de precaución para diversificar y planificar contingencias no sólo pueden preparar mejor a los países para las medidas coercitivas, sino que también sirven como elemento disuasorio contra el intento de China de convertir el comercio en un arma en primer lugar.
En segundo lugar, un plan de juego estratégico es fundamental. Los países se beneficiarían si establecieran comités interinstitucionales para anticipar y responder a las limitaciones económicas y garantizar una fuerte coordinación entre los diferentes sectores y niveles de gobierno. Es esencial comunicarse eficazmente con la comunidad empresarial y desarrollar estrategias sólidas de gestión de crisis. Fortalecer las relaciones dentro de la ASEAN y con socios clave del diálogo también debería ser una prioridad.
En tercer lugar, la ASEAN debería fortalecer los vínculos internos y promover planes de diversificación dentro y fuera de la región. Al fortalecer las iniciativas existentes de la ASEAN para profundizar las cadenas de suministro intrarregionales, el sudeste asiático puede reducir su vulnerabilidad a la coerción económica y fortalecer su posición como bloque comercial global. Como parte de estos esfuerzos, la ASEAN podría iniciar un diálogo regional para compartir experiencias, mejores prácticas y estrategias para mitigar los riesgos económicos, sentando así las bases para una acción más coordinada. La colaboración con socios asiáticos clave como Japón, Corea del Sur e India diversificaría aún más la cartera económica de la región.
Los acontecimientos recientes brindan a la ASEAN la oportunidad de fortalecer su posición. La elección de un nuevo presidente en Indonesia, la economía más grande de la región, podría ser una oportunidad para fortalecer la unidad de la ASEAN y abordar conjuntamente los desafíos que plantea la excesiva dependencia económica de China.
Al mismo tiempo, Filipinas está profundizando sus relaciones económicas con Estados Unidos y Japón, lo que subraya la disponibilidad de alternativas para diversificar las relaciones económicas. Como explicó el embajador de Filipinas en Estados Unidos, José Manuel Romualdez: “Estas son cosas que provienen de [China] para la coerción económica: eso siempre es un problema. Por eso estamos trabajando duro para abrir otros mercados”.
Ciertamente existen diferencias significativas entre la situación de Lituania y la de los países del Sudeste Asiático. Los amplios vínculos económicos de la región con China, las cadenas de suministro interconectadas y la dificultad para desarrollar mercados alternativos hacen que la diversificación sea mucho más difícil. La diversidad de miembros de la ASEAN y el riesgo de que sus acciones sean percibidas como antichinas dificultan la creación de consenso. Por lo tanto, los esfuerzos para mejorar la coordinación y evaluar las vulnerabilidades probablemente tendrían que comenzar a nivel nacional.
Pero los países del sudeste asiático no pueden permitirse el lujo de ser complacientes con los riesgos de la coerción económica a medida que sus vínculos con China se estrechan. Un compromiso económico renovado por parte de Estados Unidos juega un papel crucial. La visita de la Secretaria de Comercio, Gina Raimondo, a Filipinas en marzo, donde anunció inversiones por más de mil millones de dólares, es un paso positivo. Iniciativas como el Acuerdo Marco Económico sobre la Cadena de Suministro del Indo-Pacífico podrían servir como plataforma para la colaboración en respuestas comunes a las presiones económicas. Washington debería promover asociaciones económicas que contrarresten la asertividad de China con alternativas constructivas e inversiones sostenibles.
La experiencia de Lituania es una llamada de atención para el sudeste asiático sobre los riesgos de la coerción económica. Los países de la región han aprendido de Lituania y ahora pueden estar a la altura del desafío. La planificación proactiva y la diversificación estratégica pueden transformar las vulnerabilidades en fortalezas, posicionando a la ASEAN para un futuro económico más sólido.