El 14 de mayo, la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, dijo Aprobado Publicó un informe de revisión sobre los aranceles de la Sección 301 impuestos a China y emitió una declaración señalando que el presidente Joe Biden le había ordenado que tomara más medidas. Esto incluye imponer aranceles adicionales del 25 al 100 por ciento a productos estratégicos de China, como vehículos eléctricos, células solares y suministros médicos. Luego, la Casa Blanca anunció nuevos aranceles sobre 18 mil millones de dólares en importaciones chinas.
Después de un período de notable relajación, las relaciones entre China y Estados Unidos parecen volver a estar tensas. Sin embargo, dado el alcance y la escala de estos nuevos aranceles, así como las consideraciones estratégicas de la administración Biden, hay pocos motivos para preocuparse por una nueva guerra comercial entre Estados Unidos y China este año, incluso teniendo en cuenta posibles contramedidas chinas. Pero el año que viene sigue siendo incierto.
En primer lugar, los aranceles recién anunciados se esperaban desde hace mucho tiempo y suponen una cantidad total relativamente modesta. Biden ha decidido mantener los aranceles existentes sobre más de 300 mil millones de dólares en productos chinos. El recién agregado Tarifas Se ven afectados bienes por valor de 18.000 millones de dólares, lo que indica un impacto limitado.
Los detalles de la nueva lista arancelaria son significativos. Los aranceles cubren siete categorías, cuatro de las cuales experimentaron aumentos de alrededor del 25 por ciento. Los aranceles a los vehículos eléctricos se incrementaron al 100 por ciento y los aranceles a los semiconductores y ciertos productos médicos se incrementaron al 50 por ciento. Esto sugiere que Biden está apuntando estratégicamente a industrias clave, en particular la energía limpia y los semiconductores.
En la guerra comercial entre China y Estados Unidos de 2018, Washington impuso aranceles de entre el 10 y el 25 por ciento a cuatro lotes de productos de exportación chinos. Este Tarifas siguen en vigor, con una tasa arancelaria promedio sobre las exportaciones chinas a Estados Unidos del 19 por ciento. En comparación, las medidas arancelarias actuales son más limitadas tanto en el alcance como en el alcance de los ajustes.
Si bien los aranceles anteriores tuvieron un impacto más amplio y afectaron a una amplia gama de productos, los nuevos aranceles están más dirigidos a objetivos específicos. Los aranceles anunciados recientemente se centran en sectores estratégicos, en particular las energías limpias y los semiconductores. Esto sugiere un enfoque estratégico y cauteloso por parte de la administración Biden para abordar preocupaciones específicas de seguridad nacional sin provocar una guerra comercial a gran escala. Esta estrategia más mesurada equilibra la necesidad de proteger los intereses nacionales con el deseo de evitar perturbaciones económicas innecesarias.
Al mantener la presión sobre sectores críticos y al mismo tiempo limitar el impacto económico general, la actual política arancelaria de la administración Biden tiene como objetivo proteger los intereses estadounidenses y al mismo tiempo mitigar el riesgo de una escalada de tensiones. Dadas estas consideraciones, es obvio que la estrategia arancelaria debería ser menos disruptiva y centrarse en áreas clave que son críticas para la seguridad nacional y el liderazgo tecnológico. Este enfoque destaca una comprensión matizada de las complejidades del comercio internacional y la necesidad de precisión estratégica en la implementación de políticas.
En segundo lugar, es poco probable que estos aranceles afecten significativamente las exportaciones chinas o impulsen la inflación en Estados Unidos. Los nuevos productos energéticos, como baterías y vehículos eléctricos, exportados desde China a Estados Unidos representan una proporción insignificante de las exportaciones totales de China. Para EjemploEn 2023, las exportaciones de células solares a Estados Unidos ascendieron a 3,35 millones de dólares, lo que representa sólo el 0,1 por ciento de las exportaciones totales de células solares de China. Asimismo, las exportaciones de módulos solares ascendieron a 13,15 millones de dólares, es decir, sólo el 0,03 por ciento de las exportaciones totales.
La industria de dispositivos médicos de China podría enfrentar mayores desafíos debido a los nuevos aranceles. En 2022, China exportado Suministros médicos por valor de 30.900 millones de dólares para Estados Unidos, lo que representa aproximadamente una quinta parte de las exportaciones médicas totales. Por lo tanto, podría haber grandes perturbaciones en este sector.
Sin embargo, en general, el enfoque de la administración Biden demuestra un enfoque estratégico en industrias críticas al tiempo que mitiga el impacto económico más amplio. Esta medida calculada tiene como objetivo abordar las preocupaciones de seguridad nacional sin desencadenar consecuencias económicas generalizadas.
Para la administración Biden, el significado simbólico de estos aranceles eclipsa su impacto práctico. Los aranceles al acero y al aluminio cumplen el compromiso de Biden con los votantes del Rust Belt. Además, el aumento de los aranceles sobre los nuevos productos energéticos refleja la promesa de su administración de proteger las industrias verdes nacionales. Durante los últimos seis meses, altos funcionarios del Departamento de Comercio y Finanzas han enfatizado repetidamente este objetivo y anunciado el uso de aranceles para combatir el «exceso de capacidad» de China. Esta iniciativa tarifaria, que lleva mucho tiempo gestándose, no es ninguna sorpresa.
No se espera que estos nuevos aranceles aumenten las presiones inflacionarias porque Estados Unidos no importa estos bienes en gran escala y algunos aumentos arancelarios son graduales a lo largo de dos años. Esta medida estratégica demuestra un esfuerzo calculado para lograr objetivos políticos y económicos internos sin provocar perturbaciones económicas significativas. Al centrarse en sectores específicos y acelerar la implementación, el gobierno pretende alinear sus intereses económicos y de seguridad nacional con una dinámica comercial internacional más amplia.
Por último, es poco probable que aumenten las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, ya que ambas partes se inclinan a gestionar la situación en función de sus objetivos políticos internos. Los observadores internacionales todavía recuerdan la intensidad de la guerra comercial durante la era Trump y, comprensiblemente, están preocupados por una repentina escalada en las relaciones comerciales este año. Sin embargo, es más plausible que las tensiones comerciales sigan bajo control.
Del lado estadounidense, Biden necesita un entorno estable antes de las elecciones. Si bien Biden ha enfatizado frecuentemente en su retórica de campaña la necesidad de una respuesta dura a los problemas de exceso de capacidad de China, un entorno externo estable es fundamental para su campaña de reelección. Estados indecisos importantes Las perspectivas electorales son actualmente inciertas, por lo que la estabilidad es una prioridad.
Para evitar severas represalias por parte de China, la administración Biden también ha debilitado deliberadamente la severidad de su política arancelaria. Antes de la implementación de estas medidas, las visitas de alto nivel a China de la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y el Secretario de Estado, Antony Blinken, facilitaron la comunicación de políticas y demostraron la intención de gestionar las tensiones de manera proactiva.
China, por su parte, ya había anticipado estos aumentos arancelarios. Se esperan represalias, pero probablemente se medirán. Beijing podría imponer contraaranceles a exportaciones estadounidenses clave, como productos agrícolas, productos farmacéuticos y aviones. Sin embargo, es poco probable que China aumente unilateralmente las tensiones comerciales por varias razones.
Primero, China debe sopesar los riesgos para su crecimiento económico interno. A pesar de los recientes esfuerzos por estabilizar la economía, persisten importantes preocupaciones y una falta de acción. Confianza entre diferentes sectores del país. Esta incertidumbre se debe a problemas estructurales actuales, como los altos niveles de deuda y los desafíos en el mercado inmobiliario, que continúan afectando el optimismo económico. Por lo tanto, es probable que China aborde la escalada de las tensiones comerciales con cautela y priorice la estabilidad económica sobre las represalias agresivas.
En segundo lugar, las crecientes tensiones comerciales podrían limitar significativamente las opciones de política económica de China, especialmente si el expresidente estadounidense Donald Trump regresa al poder en 2025. Este escenario potencial podría limitar la flexibilidad de Beijing para gestionar sus estrategias económicas y obligarlo a navegar en un entorno cada vez más complejo y hostil con opciones limitadas.
En particular, el 26 de abril, el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China aprobado una nueva ley aduanera que entrará en vigor el 1 de diciembre y sustituirá los actuales derechos de importación y exportación. La medida es ampliamente vista como una preparación de Beijing para posibles tensiones comerciales con Estados Unidos en 2025 y más allá.
A pesar de estas tensiones comerciales, la cooperación de alto nivel entre funcionarios estadounidenses y chinos continúa en otras áreas. Por ejemplo, el Grupo de Trabajo sobre Acción Climática entre Estados Unidos y China se reunió en Washington los días 8 y 9 de mayo, y el primer diálogo intergubernamental sobre IA entre Estados Unidos y China tuvo lugar en Ginebra el 14 de mayo. Además, el 16 de abril, el viceministro de Finanzas chino, Liao Min, y el subsecretario del Tesoro estadounidense, Wally Adeyemo, copresidieron la cuarta reunión del Grupo de Trabajo Económico entre Estados Unidos y China en Washington. Esta comunicación continua de alto nivel ayudará a evitar una mayor escalada de tensiones.
Por el momento podemos estar algo tranquilos sobre las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos. Sin embargo, si Trump logra la presidencia en las próximas elecciones, esta relativa estabilidad podría volverse precaria y traer consigo un grado significativo de incertidumbre para el próximo año.