En una sala de conferencias abarrotada en Beijing en 2017, el Partido Comunista Chino (PCC) dio a conocer su diseño atrevido para liderar el mundo en inteligencia artificial (IA). El plan era ambicioso y preveía que China sería la superpotencia mundial de la IA para 2030. Pero cuando OpenAI lanzó ChatGPT en 2022, se produjo un cambio sísmico que sorprendió a Beijing y puso la silenciosa carrera armamentista de la IA en el centro de atención mundial.
El repentino liderazgo de Estados Unidos en IA, anunciado por el viral Éxitointerrumpió el ascenso cuidadosamente planeado de China. Para un régimen que controla estrictamente la información, la rápida demostración pública de la destreza estadounidense en IA fue una cruda revelación. Sin embargo, este desarrollo no significó el fin de las ambiciones de IA de China. Más bien, subrayó una idea importante: en el ámbito de la tecnología, lo que cuenta no es lo nuevo, sino el dominio y el uso estratégico de lo conocido.
Un ejemplo de esta estrategia es la reciente iniciativa de IA de China, la «Xue Xi“Chatbot diseñado para difundir la ideología política del presidente Xi Jinping. «Xue Xi» (que significa «Estudiar Xi») es más que un simple chatbot. Es un emisario digital de “Pensamientos sobre Xi Jinping”, una doctrina de 14 principios cuyo objetivo es consolidar el poder absoluto del PCC, fortalecer la seguridad nacional y promover los valores socialistas.
Desarrollado por la Universidad de Tsinghua, el chatbot utiliza el procesamiento del lenguaje natural para involucrar a los usuarios en debates sobre gobernanza, socialismo y renovación nacional. «Xue Xi», formado en siete bases de datos, en su mayoría administradas por la Administración del Ciberespacio de China, es un testimonio de cómo se puede utilizar la IA para la difusión ideológica y el control social.
El chatbot es parte de una estrategia más amplia para inculcar lealtad ideológica en los ciudadanos. Complementa una gama de herramientas que incluyen “Estudio “Xi Nación Fuerte”” se lanzó en 2019 e incluye cuestionarios y materiales educativos sobre la ideología de Xi Jinping, así como lecciones obligatorias en las escuelas que se centran en los pensamientos de Xi. Juntas, estas herramientas representan el enfoque innovador de China para utilizar la IA no solo para el avance tecnológico sino también para reforzar las narrativas aprobadas por el Estado.
El desarrollo de “Xue Xi” es emblemático de una tendencia más amplia en el enfoque de China hacia la IA: en lugar de traspasar los límites de la innovación, Beijing busca moldear las tecnologías de IA para que se adapten a sus propios objetivos sociopolíticos. Esta estrategia es consistente con la visión más amplia de Xi de utilizar las tecnologías existentes para fortalecer el poder del PCC y remodelar los flujos de información globales.
Los esfuerzos de China en materia de IA van más allá de las aplicaciones centradas en el consumidor. Mientras empresas occidentales como OpenAI están poniendo a prueba los límites de lo que la IA puede hacer con conjuntos masivos de datos abiertos, los gigantes tecnológicos chinos como Baidu y Alibaba se están centrando en modelos diseñados para propósitos específicos centrados en el gobierno. Estas incluyen mejorar las capacidades de vigilancia, aumentar la eficiencia industrial y fortalecer la educación ideológica, áreas donde el uso estratégico de la tecnología es más valioso que la innovación revolucionaria.
Dados los desafíos económicos, la IA ofrece un potencial salvavidas para China. El PCC ve la IA como un catalizador para la reactivación económica, especialmente cuando los motores de crecimiento tradicionales fallan. Esta visión es evidente en la regulación de la IA de China, cuyo objetivo es fomentar la innovación dentro de límites controlados y al mismo tiempo evitar que la IA altere la narrativa del PCC.
El marco regulatorio del partido requiere que las aplicaciones de IA para uso público sean registradas y aprobadas por la Administración del Ciberespacio de China. Esto incluye revelar los conjuntos de datos utilizados y las pruebas realizadas en la IA. Estas medidas tienen como objetivo garantizar que los desarrollos de la IA sean coherentes con los objetivos gubernamentales y al mismo tiempo mantengan un control estricto sobre el flujo de información.
La estrategia de IA de China tiene implicaciones de largo alcance para la dinámica del poder global. Incluso si China no supera a Estados Unidos en el desarrollo de los últimos modelos de IA, sus aplicaciones aún pueden tener un impacto significativo en el panorama geopolítico. Al integrar la IA en áreas como la biotecnología, la ingeniería industrial y la seguridad del Estado, Beijing puede exportar sus sistemas de IA controlados a otros regímenes autoritarios. Esto no sólo difundiría el modelo de gobernanza de China sino que también consolidaría su influencia en regiones opuestas a los ideales occidentales.
En este contexto, el poder de la IA no reside en la novedad de la tecnología, sino en su uso estratégico. El enfoque de China ilustra una verdad fundamental: para que una tecnología cambie el equilibrio de poder, no tiene que ser innovadora; sólo hay que utilizarlo de forma eficaz.
El camino de China hacia la IA muestra que el poder transformador de la tecnología no proviene únicamente de innovaciones revolucionarias. Más bien, se trata de utilizar lo que ya se sabe para lograr objetivos estratégicos. El enfoque de Beijing, aunque aparentemente reactivo, es un testimonio de este principio. Al adaptar la IA a su panorama sociopolítico único, China está creando un paradigma tecnológico que tal vez no lidere al mundo en novedad, pero podría remodelar la dinámica del poder global mediante el uso calculado y estratégico de las herramientas existentes.
Mientras el mundo observa cómo se desarrolla esta carrera de IA, la lección es clara: dominar y aplicar tecnologías familiares puede ser tan transformador e influyente como los últimos avances. Para Beijing, no se trata de tener la última tecnología, sino de saber cómo utilizarla al máximo.