En el mundo de los pequeños estados insulares, los lemas políticos pueden causar grandes olas, pero también pueden perderse en el trasfondo de la necesidad económica y los juegos de poder regionales.
Éste es el dilema que enfrenta el presidente de Maldivas, Mohamed Muizzu. Después de promover una narrativa de “India fuera” durante la campaña electoral, Muizzu se vio obligado por la crisis económica en su país a extender la alfombra de bienvenida a su vecino. Recientemente estuvo en Nueva Delhi, estrechó la mano de líderes indios y cerró acuerdos que contradecían su retórica anterior.
Durante su visita, India y Maldivas acordaron transformar sus relaciones en una asociación integral de seguridad económica y marítima con un enfoque centrado en las personas y con visión de futuro. Como parte de esta relación recientemente fortalecida, la India ha brindado asistencia financiera de emergencia para ayudar a las Maldivas a abordar sus apremiantes desafíos económicos mediante la emisión de 100 millones de dólares en títulos del Tesoro y al mismo tiempo la firma de un acuerdo bilateral de intercambio de divisas por 400 millones de dólares y una extensión de 30 millones de millones de rupias indias.
La visita de Muizzu a Nueva Delhi es una oportunidad para explorar la paradoja central de su presidencia, particularmente porque trata con el mismo país del que alguna vez trató de distanciar a las Maldivas. Esto plantea una pregunta intrigante sobre la naturaleza del populismo en países pequeños como Maldivas. Los mensajes políticos que resonaron entre los votantes en 2023 y ayudaron a Muizzu a ganar la presidencia de las Maldivas ahora chocan con las realidades económicas y de seguridad de la nación insular.
Populismo versus pragmatismo
Durante su campaña presidencial, Muizzu explotó los sentimientos nacionalistas del pueblo de Maldivas al pedir el fin de lo que describió como una influencia india indebida en el país. La campaña “India Out” se convirtió en la estrella de su partido y tocó la fibra sensible de las masas.
Pero ahora como presidente, Muizzu siente la presión de gobernar un país cuya seguridad económica y geopolítica está estrechamente vinculada a la de su vecino del norte. Maldivas siempre ha dependido de la inversión india en turismo, infraestructura y asistencia para el desarrollo. Una postura antiindia podría haberlo ayudado a ascender al trono, pero no puede ayudarle a seguir adelante. Muizzu no puede permitirse el lujo de enfadar a India sin correr el riesgo de sufrir importantes consecuencias económicas.
Este cambio de una campaña populista a una gobernanza pragmática es un tema recurrente en la política mundial, no sólo en los países más pequeños. En 2020, Joe Biden adoptó una postura dura hacia Arabia Saudita durante su campaña para la presidencia de Estados Unidos, comprometiéndose a poner fin a las ventas de armas estadounidenses al país de Oriente Medio. Una vez en el cargo, se dio cuenta de que cerrar al mayor comprador de armas estadounidense del mundo enojaría a los contratistas de defensa estadounidenses, que ahora se verían privados de su mayor fuente de ingresos. Y así, apenas unos meses después de asumir el cargo, la administración Biden optó por un enfoque más mesurado, dejando claro que sólo quería bloquear las “armas ofensivas” y no las “armas defensivas”. Las realidades geopolíticas y económicas a menudo obligan a los líderes a tomar medidas después de asumir el poder, y Muizzu no es una excepción.
¿Qué está en juego?
Los estados pequeños a menudo tienen dificultades para afirmar su capacidad de actuar contra potencias regionales competidoras, pero las Maldivas de Muizzu pueden ser una excepción. Su visita de Estado a Nueva Delhi no se trata sólo de la India, sino también de China y de garantizar una estabilidad sostenible para la nación insular. Maldivas ha sido un actor clave en la disputa estratégica más amplia entre India y China en la región del Océano Índico. Hubo un acercamiento con China durante el gobierno del ex presidente Abdulla Yameen. Bajo Yameen, Maldivas pidió grandes préstamos para proyectos de infraestructura en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Beijing. Si bien estos proyectos son beneficiosos a corto plazo, han resultado en un aumento de la carga de la deuda de Maldivas. Como aliado de Yameen, Muizzu también heredó esta relación con China.
Por otro lado, la India ha proporcionado formas más sostenibles de ayuda e inversión, lo que la convierte en un socio más confiable a largo plazo. Si Muizzu actúa con cuidado, podría surgir como un estado indeciso en lugar de un peón pasivo en la dinámica India-China. Si tiene éxito, esto podría dar a Maldivas una posición de influencia única.
Hay mucho en juego para Maldivas en esta visita de Estado. Para ellos, no se trata sólo de crecimiento económico, sino también de garantizar una estabilidad sostenible en una región cada vez más volátil.
Las Maldivas se encuentran en el corazón de la región del Océano Índico. Si bien la retórica anti-India fue bien recibida en su país, no puede ignorar la necesidad estratégica de mantener vínculos estrechos con Nueva Delhi. Esta visita es una oportunidad para que Muizzu demuestre que sabe gestionar eficazmente este acto de equilibrio.