En un acontecimiento que probablemente tendrá implicaciones de largo alcance para el panorama judicial de Pakistán, la Corte Suprema nombró al juez Amin-ud-Din Khan presidente de su primer Tribunal Constitucional. La medida sigue a la reciente aprobación de la 26ª Enmienda Constitucional, que redefinió los poderes y funciones de los jueces de la Corte Suprema dentro del marco legal del país.
Se cree ampliamente que Khan es un juez que respeta la ley y no toma partido en disputas políticas. Recientemente dirigió la sala más grande que escuchó las apelaciones internas del gobierno contra el fallo que declaró inconstitucionales los juicios civiles en tribunales militares. A diferencia de muchos otros jueces del pasado, como presidente del Tribunal Constitucional no se le permite impugnar las decisiones del gobierno o del parlamento. Puede que esto no agrade a los partidos de oposición que quieren que el poder judicial desempeñe un papel activo en la resolución de disputas sobre leyes controvertidas aprobadas por el Parlamento.
La Sala Constitucional se creó en virtud de la Enmienda 26, que permite a los legisladores una mayor influencia en el nombramiento de los jueces superiores, al tiempo que prohíbe a los magistrados de la Corte Suprema conocer casos que involucren cuestiones constitucionales. En cambio, según funcionarios del gobierno, estos asuntos ahora serán manejados por un panel selecto dentro de la Corte Suprema, simplificando la forma en que se manejan dichas disputas.
En particular, este cambio coincidió con otra reforma crucial que amplió el período de servicio de los altos jefes militares de tres a cinco años y estableció un mandato fijo de tres años para el Presidente del Tribunal Supremo de Pakistán, independientemente de consideraciones de edad.
Los recientes cambios constitucionales que amplían los mandatos de los líderes militares y limitan el número de jueces, considerados como socavadores de la gobernabilidad, representan un paso crucial hacia la estabilización del sistema político del país, según funcionarios del gobierno.
Si se mira exclusivamente desde la perspectiva de calmar el turbulento ambiente político de Pakistán y facilitar la implementación de reformas financieras, la aprobación de estas leyes podría ser crucial para el gobierno actual, cuya supervivencia depende en gran medida de algo más que un liderazgo militar, sino también de implementar estrictas medidas económicas. medidas previstas en el actual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
La economía de Pakistán enfrenta actualmente grandes desafíos y lucha por restablecer la estabilidad, mientras que las medidas de reforma anunciadas en los últimos años enfrentan una importante resistencia de varios sectores, incluida la propia burocracia.
Las instituciones previstas para la reforma son tan débiles que desalientan la inversión privada. Un buen ejemplo es Pakistan International Airlines (PIA), que ha estado a la vanguardia de las iniciativas de reforma. A pesar de más de dos años de esfuerzos para privatizar PIA y atraer actores privados, los recientes procesos de licitación no han logrado atraer compradores creíbles. Esta alarmante tendencia subraya que revivir las instituciones deficitarias sigue siendo una batalla cuesta arriba, incluso con una estructura gubernamental que las apoye.
Para lograr un progreso significativo en estos proyectos de reforma, la continuidad y el consenso entre los líderes militares, los funcionarios gubernamentales civiles y el apoyo del poder judicial son esenciales, dijo un funcionario gubernamental a The Diplomat bajo condición de anonimato. «La estabilidad en la gobernanza es fundamental para que Pakistán logre su agenda económica sin temor a que un cambio repentino en el liderazgo pueda poner en peligro tanto las operaciones en curso como los futuros planes de reforma», dijo el funcionario.
El actual malestar político entre la coalición de la Liga Musulmana de Pakistán Nawaz-Partido Popular de Pakistán, por un lado, y la oposición Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI) complica aún más la situación. La alianza gobernante ve al líder del PTI y ex primer ministro Imran Khan como una amenaza importante no sólo para sus iniciativas de reforma económica sino también para su control del poder. Incluso desde prisión, donde enfrenta múltiples cargos de corrupción, Khan continúa cuestionando la capacidad del régimen actual para implementar reformas mediante protestas y cuestionando la legitimidad de la actual alianza gobernante.
Es probable que los aliados clave de Pakistán, China y Arabia Saudita, no se opongan a la idea de que un régimen cívico-militar estable permanezca en el poder durante un período prolongado, ya que esto proporciona continuidad en la política, así como la relativa Islamabad. garantizaría la estabilidad en las relaciones.
Este enfoque podría potencialmente facilitar la continuidad política en Pakistán, ya que estos países están acostumbrados a negociar con diferentes primeros ministros y funcionarios. Sin embargo, el panorama político en Pakistán es notoriamente volátil. Por tanto, sucede a menudo que un funcionario es sustituido por otro en un período de tiempo relativamente corto.
Sin embargo, los esfuerzos en curso en Pakistán para ampliar los mandatos de los altos funcionarios del gobierno y al mismo tiempo purgar a otros plantean cuestiones críticas sobre la gobernanza. Sigue siendo incierto si estas medidas promoverán la continuidad y el espacio necesarios para una gobernanza creíble. Los críticos argumentan que los recientes cambios constitucionales destinados a ampliar los límites de los mandatos son estrategias políticamente motivadas para socavar a los rivales en lugar de intentos genuinos de reforma.
Además, la forma en que se aprobaron estas enmiendas en el Parlamento fue recibida con escepticismo. En un país donde a menudo falta transparencia -ya sea en las reformas o en las elecciones-, este tipo de medidas pueden disuadir a inversores potenciales que de otro modo considerarían contribuir al futuro de Pakistán.
Queda por ver si estos cambios constitucionales serán realmente beneficiosos para Pakistán o simplemente servirán como herramientas de maniobra política en un panorama en constante cambio.