El expresidente Donald Trump describió recientemente las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos como una mera “póliza de seguro” y afirmó que Taiwán se había “apoderado del 100 por ciento de nuestro negocio de chips”. Ser Los comentarios incorporan una visión transaccional de las alianzas internacionales.
Sin embargo, tales afirmaciones corren el riesgo de simplificar demasiado las complejas realidades de la industria global de semiconductores e ignorar la profundidad estratégica de la interdependencia entre Taiwán y Estados Unidos en tecnologías críticas. Lejos de ser una relación perjudicial y unilateral, esta asociación es extremadamente beneficiosa para Estados Unidos, ya que ha demostrado ser económicamente inteligente, estratégicamente ventajosa y geográficamente conveniente.
El dominio de Taiwán en la fabricación de chips es consistente con los intereses estadounidenses y los respalda porque sus fortalezas se complementan entre sí: Taiwán es líder en el sector manufacturero, mientras que las empresas estadounidenses son líderes en el diseño de chips. Esta sinergia impulsa tanto la eficiencia como la innovación, como lo demuestra la asociación entre Nvidia, un diseñador de chips estadounidense de unidades de procesamiento de gráficos (GPU) de alta gama, y Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el principal fabricante de semiconductores de Taiwán.
Como Investigación de Jon Peddie Como se informó recientemente, Nvidia poseía alrededor del 80 por ciento del mercado de unidades de procesamiento de gráficos discretos (GPU) para PC de escritorio en el tercer trimestre de 2023 y continuó expandiendo su participación de mercado, alcanzando el 88 por ciento en el primer trimestre de 2024. TSMC actúa como el mas grandesi no el único socio de producción de las GPU AI de Nvidia. Y con la próxima plataforma de GPU Blackwell AI de Nvidia en el horizonte, es reportado que la compañía ahora está aumentando su inversión en chips de IA en TSMC en un 25 por ciento debido a la creciente demanda del mercado de tecnologías de IA.
El éxito de la industria taiwanesa de chips no se basa únicamente en “quitarle el negocio” a otros. Más bien, la experiencia manufacturera de Taiwán actúa como columna vertebral Garantizar el dominio estadounidense en tecnologías críticas.
Contrariamente a una narrativa de rivalidad como la de Trump, el liderazgo de Taiwán en la fabricación de chips avanzados se debe no tanto a una competencia feroz sino más bien a una creciente complejidad tecnológica y la necesidad de economías de escala. Estos factores, sugiere Trump, Instituto Proyecto 2049 y Consejo Empresarial Estados Unidos-Taiwánhan dado lugar a que la industria de los semiconductores evolucione hacia una red global altamente especializada caracterizada por la necesidad de un gasto de capital masivo y una innovación constante.
La relación simbiótica entre Taiwán y Estados Unidos es probablemente el mejor ejemplo de tal especialización. La enorme complejidad y tamaño de la industria de los chips impide que una sola entidad -ya sea una empresa o incluso un gobierno- controle todo el ciclo de vida de los semiconductores. La industria en sí es altamente colaborativa y está integrada en un ecosistema internacional, con diferentes regiones y empresas que aportan sus fortalezas únicas al proceso general de producción de semiconductores.
En este modelo de especialización global, la ventaja competitiva de Taiwán reside en su dominio de la fabricación de semiconductores. Esta historia de éxito se basa en un compromiso sostenido y un progreso incremental en lugar de saltos repentinos: el resultado de un viaje de cuatro décadas marcado tanto por reveses como por avances.
En una conferencia en Seúl en julioKonrad Young, ex director de investigación y desarrollo de TSMC, atribuyó el éxito de Taiwán en semiconductores a varios factores. Young destacó el momento oportuno de la fundación de TSMC en la década de 1980, que coincidió con el movimiento de la industria hacia la diferenciación: los fabricantes de dispositivos integrados (IDM) comenzaron a pasar de fabricar sus propios chips a un modelo de fundición especializada. TSMC fue pionero en el enfoque de fundición pura, que se adaptaba a la cultura laboral de Taiwán y aprovechaba los costos laborales entonces competitivos del país.
Lo más importante, señaló Young, es que el dominio de Taiwán en semiconductores se basa en el desarrollo de un ecosistema durante décadas, un proceso que requiere mucho tiempo y que no puede replicarse fácilmente en otros lugares.
Todos estos factores tomados en conjunto podrían explicar los desafíos que enfrentan las empresas que buscan establecer la fabricación de semiconductores avanzados fuera de Taiwán, particularmente en los Estados Unidos. Durante una conferencia sobre resultados a principios de 2023Por ejemplo, los ejecutivos de TSMC anunciaron que construir una fábrica en Estados Unidos sería al menos cuatro veces más cara que en Taiwán. Citaron como razones los mayores costos laborales, los complejos procesos de aprobación, el estricto cumplimiento de las regulaciones legales y el aumento del costo de vida.
En lugar de ver la industria de semiconductores de Taiwán como un competidor, sería más exacto verla como una parte crucial de una red global que en última instancia beneficia el liderazgo tecnológico y los intereses económicos de Estados Unidos.
La idea de que la industria de semiconductores de Taiwán opera aislada de los intereses estadounidenses pasa por alto la realidad de la inversión global y los beneficios compartidos en este sector crucial.
Una vez más, TSMC no es una empresa estatal ni únicamente de propiedad taiwanesa, sino más bien el producto de la inversión y la colaboración internacionales. Como muestra la estructura accionarial en 2023TSMC es propiedad de un grupo diverso de inversores globales. El mayor accionista, con un 20,50 por ciento, representa los ADR negociados principalmente en los mercados estadounidenses, lo que subraya los fuertes vínculos de la compañía con el ecosistema financiero estadounidense. En comparación, el Fondo Nacional de Desarrollo, administrado por el Yuan Ejecutivo de Taiwán (el máximo órgano administrativo y gabinete de facto del país), es el segundo mayor accionista y posee sólo el 6,38 por ciento, lo que ilustra aún más el alcance limitado de la participación directa del gobierno.
Pero la contribución de Taiwán a los intereses estadounidenses va mucho más allá de consideraciones puramente financieras de seguridad global. En el campo de los semiconductores avanzados, Taiwán es un eje del mundo libre y democrático, ya que no sólo preserva la tecnología y las capacidades de producción de vanguardia, sino que las desarrolla activamente. Este liderazgo tecnológico sirve como baluarte contra la invasión de regímenes no democráticos en industrias críticas. En este sentido, el propio Taiwán actúa como una salvaguardia crucial tanto para el dominio tecnológico estadounidense en áreas emergentes como para la libertad tecnológica global en términos más amplios.